martes, 17 de noviembre de 2009

Perdurable corrupción




Perdurable corrupción

Chipres

¿Por qué no podemos arrinconar la corrupción? Cuando utilizo ese verbo es porque asumo que, como todos los comportamientos humanos, es imposible desaparecer definitivamente lo que convencionalmente está definido como “apropiación privada de bienes públicos”. Solo es probable aminorarlos en una proporción “a la escandinava”. Idealmente.

El comportamiento al que llamamos corrupción está presente en todos los estratos sociales y todas las generaciones. No concedo validez absoluta a las mediciones de corrupción que realiza Transparencia Internacional dado que no es infrecuente la pseudovalidación de encuestas que necesariamente implican respuestas culturalmente diferenciadas en años distintos y porque es también un hecho dudoso que “corrupción” sea encarnada en una variable como la que el capítulo mexicano de esa loable organización internacional, por ejemplo, aplica a México: la de estimar como un comportamiento “corrupto” el de la apropiación que los “viene vine” hacen del espacio público –la calle del infortunado- para sus “fines privados”, entre los que se halla el de la sobrevivencia en condiciones de desempleo como el que vive la ciudad de México y que alcanza el 8.7 por ciento de acuerdo al INEGI.

Es decepcionante haber sido testigo de la constitución de la Secretaría General de la Contraloría General de la Federación, ahora Secretaría de la Función Pública que se niega a desaparecer a pesar del decreto presidencial y que no disminuyó la percepción o experiencia de la corrupción; desanima ele efecto ausente de la Auditoría Superior de la Federación que a pesar del trabajo en general bien calificado que ahí se realiza no mitiga radicalmente los procesos de corrupción entre los que incluyo la mediocridad o la simple ineficacia en el uso presupuestal; es de lamentar la existencia de contralorías internas en todos los órganos públicos que la mitad del tiempo velan por su sobrevivencia y “la grilla” y la otra mitad negocian con harta frecuencia sus resoluciones frente a las presiones de los actores institucionales o los decisores internos o externos de cada instancia.

Incluso la creación de los órganos de transparencia nacional y estatal no necesariamente impacta en la percepción o en el registro de experiencias “que pueden considerarse como corrupción”.

México no abandonará el mediocre papel que hasta la fecha ha realizado en materia de corrupción pese a todas las instituciones, presupuestos, declaraciones y encarcelamientos fundados y motivados o simplemente de carácter político que se han realizado desde los años 70. Necesitamos una nueva generación con valores y determinación ética.



Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV

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