PALABRA TRAICIONADA
Por: Francisco Rodríguez
OTRA VEZ, LOS priístas se siente engañados y traicionados por el señor Felipe Calderón.
De nueva cuenta, insisten, traicionó la palabra empeñada.
Los panistas, por su parte, arguyen que la traición fue de los priístas.
Y explican que este otro episodio de desencuentros tiene su antecedente en las negociaciones llevadas a cabo desde el inicio de la actual Legislatura federal, hace aproximadamente cinco meses, para que, a cambio de que los blanquiazules no impulsaran alianzas con otras fuerzas políticas –señaladamente con el PRD--, el PRI ayudara al PAN a sacar adelante la iniciativa que recetaría a los mexicanos un nuevo impuesto, el del 2% dizque destinado a combatir la pobreza.
Y como el PRI no apoyó este nuevo atraco a los contribuyentes –a cambio, promovió que el Impuesto al Valor Agregado se incrementara un punto porcentual, del 15 al 16%--, los panistas no se sintieron obligados a respetar el acuerdo de no aliarse con el PRD.
De traición en traición, pues. Y como siempre, la mayor traicionada es la sociedad.
Traiciones que, además, no ocultan las divisiones que existen en las cúpulas partidistas.
Porque entre las muchas versiones que corren, la de mayor credibilidad apunta a que fue Calderón quien, con Beatriz Paredes, negoció el 2% a favor de su fallida Administración y a costillas de los paga impuestos.
Pero que, casi paralelamente, el coordinador de la bancada priísta en San Lázaro, acordó con Fernando Gómez Mont el que sólo se modificara la ley del IVA con el uno por ciento adicional.
Dos negociaciones, pues, donde además prevaleció la incomunicación que surge de las distintas facciones partidistas.
Más efectivos para consensuar el secretario de Gobernación del señor Calderón y el también salinista Francisco Rojas Gutiérrez que el ocupante de Los Pinos y la dirigente formal del PRI. Cada cual por su lado, pues.
De traición a traición, ¿cuál es la que más pesa?
Según los priístas, la de Calderón, pues aunque no obtuvo todo lo que pedía, sí le fueron dados más recursos a su Administración.
Los panistas, claro, acusan la traición de los tricolores porque no se alcanzó el presupuesto originalmente presentado y, peor todavía, porque, en la repartición de los egresos, los del Revolucionario Institucional hicieron valer su fuerza numérica y reasignaron una buena cantidad de partidas.
La mayor traición, insisto, es a la sociedad.
Porque, no obstante que todos los ciudadanos estamos al tanto de que la traición es un asunto siempre presente en la vida pública, y que esta es una conducta recurrente de los políticos y de los aprendices de tales, hay muchos que siguen confiando en quienes traicionan.
La traición tiene por esencia la pretendida exención moral de uno mismo, que se expresa en dos improbables creencias del traidor: la superioridad personal del que traiciona, lo que le exime de los deberes de la lealtad hacia el otro; y el derecho del perjuro de mentirle al otro para conseguir sus fines personales.
Traición tras traición. A la sociedad, a la que se dice que se van a crear empleos y no más impuestos.
A la sociedad, también, a la que se dice que el IVA es intocable, y se sigue –aún ahora-- promoviendo aumentos.
Ciertamente la traición es una de las formas de corrupción personal más despreciables. Pero también un tópico de reflexión ética por demás interesante. ¿Es posible confiar en el traidor? ¿El traidor puede dejar de serlo?
No. Es su naturaleza.
Índice Flamígero: Luis García y Erdman, internacionalista de carrera, ha publicado apenas su Compendio Diplomático. Una obra que debería ser el texto de cabecera de los políticos que saltan a consulados y embajadas sin saber ni pío de tan delicados menesteres, pero que por mezquindades ni siquiera conocen en la Secretaría de Relaciones Exteriores, todavía a cargo de Patricia Espinosa Cantellano…
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Fuente: Indice Político
Difusión: AMLOTV
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