jueves, 4 de febrero de 2010

El silencio hubiera sido prudente.


EDITORIAL


El silencio hubiera sido prudente.

El que desde Japón don Felipe Calderón haya declarado que los asesinados en Ciudad Juárez, según informes que él tenía, eran rivales de otra pandilla con la que tenían diferencias.

Primero. En nada disminuye la inseguridad y la ingobernabilidad que se vive en la fronteriza Ciudad. Donde la salida de policías, la entrada de militares y la posterior salida de los mismos soldados para estelarizar el retorno de los policías, no ha servido de mucho, por no decir que de nada, porque la violencia sigue imparable.

Segundo. Que de nueva cuenta don Felipe habla sin tener conocimiento de lo que dice. Y encima de que lo hace internacionalmente cuando anda promoviendo las inversiones, ahora, revistiéndose de Ministerio Público, dictaminó que fue una guerra entre pandillas.

De igual forma que cuando revestido de forense dictaminó que la viejecita de Zongolica había muerto de gastritis; cuando todos sabían que había sido violada.

Japonesa declaración que sin duda influirá en el ánimo de los inversionistas, y desde luego en las investigaciones. Pues acostumbrado como está en no rectificar los errores, ¡bueno!, ni siquiera en reconocerlos, lo más probable es que semejante barbarie vaya a correr la misma suerte que corrieron los niños que murieron en el incendio de la guardería de Sonora.

Sin que se pueda dejar de mencionar que los 10 ejecutados dentro de un bar en Coahuila, merecieron mucho menos atención por parte de las Autoridades (Don Felipe ni los mencionó) y por supuesto de los medios de comunicación, que Salvador Cabañas a quien también balearon en un bar.

¿Estado de Derecho? ¿Justicia igual para todos? ¡Por favor! El silencio hubiera sido más prudente.

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