martes, 9 de marzo de 2010

Poco que festejar este 8 de Marzo para las mujeres indígenas de la Sierra de Puebla


MANUEL ESPINOSA SAINOS

Cuetzalan. Para las mujeres indígenas de la región, hay muy pocos motivos para festejar el Día Internacional de la Mujer, pues entre 70 y 80 por ciento sufre algún tipo de violencia doméstica y al menos 60 por ciento tiene algún padecimiento como cáncer cervicouterino y mamario, así como diabetes y anemia; además, las mujeres rurales e indígenas están en una situación de mayor riesgo ante los efectos de los desastres ambientales, y por si fuera poco, la política de derecha del gobierno en turno ha echado para atrás demandas que han ido planteando organizaciones femeninas, coincidieron diversas organizaciones de la zona.

Un estudio sobre salud materna elaborado por la Casa de la Mujer Indígena (Cami) en las localidades de Tepetitan, Chilcuauta, Cuahutamazaco y Pepexta, de este municipio, a través de talleres participativos, revela que existen “muchas” enfermedades de transmisión sexual, así como abortos y problemas antes, durante y después del parto, aunque de acuerdo con la coordinadora del área de salud de dicho organismo, Aurelia Mora González, “lo mas grave es que por lo menos 60 por ciento de las féminas sufre padecimientos relacionados con el cáncer cervicouterino y mamario, así como la diabetes y anemia” y que en muchas ocasiones desemboca hasta la muerte.

Aunado a ello, declaró, la atención en los hospitales es “pésima”, ya que no cuentan con traductores y cuando una mujer no habla el español el médico pocas veces entiende los síntomas de la paciente, y ésta a la vez no capta las indicaciones del médico, lo que conlleva a que el tratamiento no se lleve como debe de ser.

Además de los problemas del lenguaje en la atención de las pacientes indígenas en los centros de salud, la asesora del Centro de Asesoría y Desarrollo Entre Mujeres (Cadem) Susana Mejía Flores, señala que hay otras situaciones, como el machismo, que impiden que las mujeres acudan al médico para atenderse de enfermedades de transmisión sexual, además de que los maridos se niegan a utilizar e impiden a ellas usar métodos de prevención como el condón, así como métodos anticonceptivos para la prevención del embarazo, lo que provoca embarazos a muy corto tiempo y la salud reproductiva y sexual de las mujeres se vea afectada. Mejía Flores, ha declarado que, de acuerdo con entrevistas llevadas a cabo con las promotoras de Cami y del refugio para mujeres maltratadas “Griselda Tirado Evangelio”, se ha evidenciado que en la región, entre 70 y 80 por ciento de las mujeres vive algún tipo de violencia.

Y aunque existe una ley para que las mujeres puedan tener una vida libre de violencia, la agresión hacia este sector de la población continúa debido a que “los responsables de los juzgados y los ministerios públicos todavía les piden a las mujeres que comprueben y tengan testigos, pese a que la ley ya no menciona este requisito, además de que muchas veces resultan violentadas en estas mismas instancias”. A esto se suma la falta de traductores en las instancias de impartición de justicia a pesar de la existencia de instrumentos como la ley general de derechos lingüísticos que señala ese derecho.

El tipo de agresión más común es la emocional, y aunque se considera como una violencia ligera, diversos estudios han demostrado que puede ser más dañina, incluso que algún tipo de lesión, además de otros tipos de violencia contra las féminas, como la física y sexual, violencia económica y graves casos de violaciones.

El juzgado indígena también ha dado a conocer que al menos 60 por ciento de los casos que atiende en este municipio se refiere a problemas relacionados con el abandono de los hijos por parte del padre, así como un alto grado de violencia intrafamiliar, la mayoría de los cuales se resuelve mediante el diálogo y la conciliación.

Embarazos de alto riesgo, complicaciones durante el parto y hasta muertes maternas son problemáticas que agrupaciones como el Observatorio de Violencia Social y de Género de la Sierra Norte han documentado en municipios de alta y muy alta marginación de la Sierra Nororiental, y tan sólo para el segundo trimestre de 2009, en este municipio, así como en Hueytlalpan, se habían atendido 2 mil 789 embarazadas en las clínicas de primer nivel, de las cuales 146 eran embarazos de alto riesgo.

El diagnóstico añade que el IMSS, que tiene a su cargo Unidades Médicas Rurales en Camocuautla y San Felipe Tepatlán, había registrado en el segundo trimestre del año pasado 30 embarazadas en esa zona, 23 de alto riesgo, siendo la multigesta, cesárea previa, menores de 16 años y mayores de 40, las principales causas que provocaron la morbilidad. En ese periodo la dependencia atendió cuatro partos, de los cuales, tres presentaron complicaciones que fueron derivados al Hospital general de Zacatlán.

Por si esto fuera poco, de acuerdo con el documento “Mujeres indígenas y desastres naturales. Propuestas de políticas públicas” elaborado en 2008 por Cadem, “la posición de las mujeres rurales e indígenas, provocada por sus condiciones de pobreza y subordinación, las coloca en una situación de mayor riesgo ante los efectos de los desastres ambientales, además de que 93 por ciento de los pobladores declara no haber recibido ningún tipo de ayuda durante y después de la emergencia”.

El estudio revela que debido a que las mujeres indígenas habitan en zonas dispersas, alejadas de los medios de comunicación, instaladas en las labores del hogar, a cargo de niños, niñas y ancianos y con poca capacidad de decisión, son más vulnerables a los daños que estos fenómenos dejan a su paso.

La evaluación del impacto de los desastres ambientales en la vida de las mujeres, se realizó en los municipios de Cuetzalan, Zacapoaxtla y Tlatlauquitepec e incluyó tres foros regionales y encuestas que fueron aplicadas a 300 familias de 23 comunidades de la Sierra Nororiental.

El diagnóstico elaborado desde la mirada de las mujeres permitió saber que si bien las autoridades municipales dieron apoyos en el momento de la emergencia, también se pudo saber que se ofrecieron otros apoyos y no llegaron a las comunidades, algunos fueron utilizados con fines partidistas; incluso en algunas comunidades a los damnificados se les pidieron copias de sus títulos de propiedad y 50 pesos para apoyarles con techos y proyectos productivos y no tuvieron mas información.

Este 8 de marzo “festejamos el hecho de ser tan persistentes en nuestras demandas, pero desafortunadamente ahora con toda la política de derecha del gobierno en turno ha echado para atrás muchas demandas que las mujeres ya estábamos festejando y vemos con desencanto que nosotras vamos para adelante y es como nadar contra corriente, pero pese a todo, festejamos porque seguimos siendo movimiento y con demandas, tanto las mujeres académicas y de instituciones, como las mujeres indígenas”, afirmó Ofelia Pastrana Moreno, asesora de Cadem y coordinadora de Comaletzin A.C., con 20 años de experiencia en la formación de mujeres indígenas y con influencia en seis estados.

Fuente: La Jornada de Oriente
Difusión: Soberanía Popular

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