• Además de parar marcha antitaurina detuvieron a un fotógrafo sin justificación alguna
El estado impone sus actos represivos ahora en contra de los jóvenes, siendo ellos los elementos de seguridad pública en muchos ocasiones dejan sentir justamente lo contrario cuando se enfrentan a un grupo pacífico lo vuelven vulnerable ante la prohibición manifiesta en su presencia y posteriormente con sus vehículos puestos a manera de valla para evitar que quienes están en desacuerdo con la fiesta taurina y en otras ocasiones caminaron sin mayor problema por la vía pública lo hagan ahora. No conformes con eso, hubo en esta tarde un detenido Gerardo González, duró alrededor de cuatro horas detenido para que al final el juez le dijera desconozco porque está aquí, puede irse.
Más allá del mal momento que pasó con la detención se dijo indignado, molesto, enfurecido por el acto de represión manifestado a través de la disolución de la marcha pacífica, donde había buena cantidad de mujeres y niños que sin mayor justificación fueron detenidos a la altura del andador J. Pani y Nieto, primero con una buena cantidad de elementos policíacos que cercaron a los muchachos para decirles que por órdenes del general Eddy, no podían seguir su camino.
Desde el arribo de los elementos policíacos al lugar de los hechos, Gerardo comenzó a tomar fotografías desde el primer momento, posteriormente se puso cerca, cuando ellos se acercaron con uno de los organizadores de la marcha para pedirles detenerse e intentó negociar con ellos o al menos preguntarles cuáles eran las razones para que detuvieran la manifestación. Una de las razones que dieron posteriormente fue que no podían pasar porque traían un lazo que ellos soltaron y acordaron caminar sólo tomados de las manos, pero tampoco funcionó.
Cuando los jóvenes de la marcha comenzaron a moverse de nuevo hacia los policías que taparon la calle con sus unidades, además de ponerse los elementos frente a las patrullas hubo un momento en que los elementos de seguridad pública comenzaron a separarlo de los jóvenes y “acorralarlo”, empezaron a cuestionarlo, uno de ellos lo empujó con su ametralladora, luego vino el cateo de sus pertenencias donde encontraron “un picahielo” –que es un objeto representativo de una revista cultural independiente fabricado con el mismo principio de las piñatas—.
Gerardo estaba entre un grupo de cuatro desconocidos, cuatro policías que en ningún momento se identificaron y sólo pedían datos con la autoridad que los caracteriza. Cuando los policías encuentran el objeto alusivo al picahielo empiezan a especular que es un explosivo y comentan entre ellos que el detenido será acusado de terrorista, en ese momento, él se dio cuenta de la facilidad con la que la policía puede “incriminarte” en un ilícito. Durante el tiempo que Gerardo estuvo detenido, tanto en el área de antros como en las instalaciones de la policía estatal y el Ministerio Público, pudo hacer sólo dos llamadas medianamente interrumpidas.
Cuando aparecieron familiares y amigos suyos, los policías le advirtieron “diles que no se acerquen”, “te vamos a dejar hablar con una persona que escojas y le vas a decir que se retiren porque de otro modo en lugar de ayudarte te van a perjudicar más”.
“Ahorita te vas a salir con nosotros a nuestro paso, vamos a salir corriendo, no quiero que intentes detenerte por ningún motivo ni hablar con nadie”, le dijo uno de los elementos cuando fueron a recogerlo de la zona de antros para trasladarlo, sin decirle a qué lugar. La historia terminó con el juez que desconocía todo sobre el caso inexistente.
“Lo que me pasó es un rollo que no se lo deseo a nadie porque estar en manos de ellos, en lo que averiguan o no, eres un delincuente mientras no se compruebe lo contrario, fue un rollo muy cabrón, más allá de lo mío lo ves en conjunto y dices fue un atentado en contra de la libertad de asociación, de manifestación y de expresión, se fueron contra todo”.
Fuente: La Jornada de Aguascalientes
Difusión: Soberanía Popular
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