Fausto Fernández Ponte
26 abril 2010
ffponte@gmail.com
Asimetrías
México: el Problema de Fondo
Por Fausto Fernández Ponte
“El problema económico de México es político”.
César Gaviria.
I
Por problema de fondo suélese entender, generalmente, al fenómeno como consecuencia y, bajo esa misma inercia dinámica, causal de efectos dados, mensurables y discernibles e incluso dimensionables e identificados con precisión.
Sin embargo, esa percepción no incorpora otro aspecto que define a un problema de fondo: sus causas. Éstas, si atendidas con arreglo a imperativos estratégicos discernidos con claridad y sin desviaciones doctrinarias, resuelven manifestaciones y secuelas.
No parece ser ese el caso en México, lo cual le da miga al aforismo del señor Gaviria consignado en el epígrafe de ésta entrega de hoy. Por problema político, el ex Presidente de Colombia tal vez quiso decir “ingobernabilidad”.
E ingobernabilidad es la que prevalece en México. El concepto deviene de gobernabilidad, que es más apropiado que ingobernabilidad, planteado en 1975 por Samuel Huntington, académico de Harvard inserto siempre en polémicas.
El problema, pues, enunciado por el señor Gaviria es, en realidad, de gobernabilidad, el cual es uno de los problemas más graves que afrontan los regímenes políticos contemporáneos, en particular los de los países en desarrollo económico y político.
II
La perspectiva del señor Gaviria acerca de la realidad mexicana antójase perspicaz y, en su aparente simplismo, aguda. La causal de nuestros males es, documentadamente, económica, pero…
Pero esa causa, si bien permanece y crece exponencialmente, ha mutado su morfología estructural y superestructural y adquirido una naturaleza y carácter político. Esa mutación explicaría el lamentable statu quo prevaleciente en México.
Ahora bien, lo que el señor Gaviria no precisó fue por qué un problema de origen económico se convirtió en político y si ello implicaría que las soluciones al problema económico tendrían que ser políticas. Don César abreva en la experiencia colombiana.
Señálese que esa experiencia no es subestimable ni mucho menos desestimable. Es una experiencia didascálica válida acerca de la cual podríanse desprender algunas moralejas que, si se guardan tiempo y lugar, sería útiles a los mexicanos.
La experiencia colombiana es presente, pues aun se dan las consecuencias de una mezcla de elementos constitutivos de su crisis: inviabilidad de la forma de organización económica y política, guerrilla, narcotráfico y cuasi ocupación militar estadunidense.
III
Esa cuasi ocupación extranjera, si bien no se advierte ostensiblemente, sí es manifiesta y ha permeado las capas del tejido económico, político, social y hasta cultural de ese país hermano, cuna del Libertador de América Simón Bolívar.
Un viajero cualquiera a Colombia difícilmente advertiría que ese país está en guerra, en contraste, digamos, con México –en donde la presencia militar es abrumadora--, pero si observa detenidamente descubrirá que se vive en una severísima crisis general.
El ex Presidente Gaviria, en una conferencia impartida en el Estado de México hace unos días, dijo también que el gobierno mexicano “sabe muy poco o casi nada” acerca del fenómeno del tráfico ilícito de estupefacientes y psicotrópicos.
Esa afirmación parece tener sentido. El colombiano explicó que el gobierno de México no abreva en las experiencias de otros gobiernos, particularmente los de la Unión Europea, en donde se privilegia la educación más que al combate a los cárteles.
Ello, desde luego, no implica que allá no se persiga a los cárteles que transportan y comercializan estupefacientes y psicotrópicos, pero el enfoque estratégico y táctico es el de educar a reducir el consumo e incluso legalizar éste.
Ésto nos explicaría el problema económico --que ya es político— en México y la llamada narcoguerra que, a la luz de indicios fedatarios (y, por ello, elocuentes) el gobierno, que no el Estado mexicano, ya perdió militar y políticamente.
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