lunes, 26 de abril de 2010

¿Reformas; para qué?


¿Reformas; para qué?

Si se acepta que, a querer o no, la humanidad sigue viviendo en los tiempos de los sátrapas, en donde la Ley del más Fuerte era, y es, la que sigue imperando por sobre todas las cosas. Y que hoy la fuerza y el poder lo da el dinero.

Ya se podrán hacer reformas y nuevas leyes, que nada cambiará. Las revoluciones que buscan y han buscado nuevos caminos para los pueblos, por cruentas que hayan sido, solo han tardado unos cuantos años antes de que vuelva a suceder lo mismo y la oligarquía regrese a hacer de las suyas.

La Historia así lo indica y la experiencia propia con el “Estado de Excepción” que vivimos, lo confirma. Parece ser que todo se repite cíclicamente como si el ser humano no tuviera la capacidad de aprender.

Sabio es quien aprende de las experiencias de los demás; y en menor medida de las suyas. Como los animales, que sabido es que aprenden a la primera y no se tropiezan con la misma piedra dos veces.

Por lo que el término “sapiens” que arrogantemente nos aplicaron los científicos a la depredadora especie que somos, es evidente que nos queda grande. Homo Ingeniosus, tal vez sería más propio.

De nada servirán nuevas Leyes como las que quieren hacer y han hecho referentes a la seguridad (o a cualquier otro renglón) mientras las que rigen no se cumplan.

Pero as Leyes no se cumplirán mientras haya jueces que por más honestos que sean tienen que aceptar ordenes de quien los designó, o en su defecto, de los propios delincuentes que impunemente los amenazan con el sabido “Plata o Plomo”.

Por lo que, mientras no se instaure una verdadera Democracia, seguiremos viviendo como hasta hoy. Pues como bien dijo Bakunin: “El Estado llama Ley a su propia violencia, y crimen a la del individuo”.

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