miércoles, 4 de noviembre de 2009

La casita del Gobernador de Nuevo León

¿Cuánto cuesta tener un lugar para vivir?

Fuente: Artículo 39, Ciudadanos contra los excesos
Difusión: AMLO TV

El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz quiere que los ciudadanos le paguemos la renta de su casa que costaría más de 35 millones de pesos durante seis años. ¿Qué te parece?




http://www.youtube.com/watch?v=IdWt5a7AWCo



http://www.youtube.com/watch?v=V6uLar0IiRg


Lee la siguiente crónica sobre este tema:

Intimidad pública

Aquí la intimidad no existe. Todo es público. Las pláticas, los aromas. La música es un bien colectivo.

Staff/ Artículo 39/MEXuMEX

Aquí huele a todo. A las tortillas de harina que prepara doña Mary Colunga, pero también se percibe el olor a la taza del baño. Los aromas son uno solo.

La torta para la escuela de Yamileth Rivera Colunga, hija de Mary, es preparada en la cocina, a unos cuantos pasos, en la entrada a la recámara principal, está el bote con la ropa sucia. En el ambiente se respira la torta pero también el sudor inherente a las prendas utilizadas en días anteriores. Se fusionan.

Es un tsunami de olores que uno difícilmente los distingue. Pero se sabe que están ahí.

Es la realidad de Real de San Felipe, la colonia en García, Nuevo León. Asentada en la zona desértica de Icamole a casi media hora de Monterrey. A las faldas de la Sierra Madre, alejada de los centros de primera necesidad.

Aquí no hay primaria, tampoco preescolar. No hay tiendas. Ni hospitales, tampoco farmacias. Todo está alejado.

Hasta aquí llegan dos rutas de camiones que cobran por encima del promedio de los urbanos. Los taxis piratas suben hasta esta zona, pero no los autorizados. El transporte escolar carece de permiso y cobra carísimo, según cuentan vecinos.

Aquí viven en su mayoría familias jóvenes. Con hijos pequeños. Como la de doña Mary Colunga.

Los gritos de los niños se escuchan claritos. El silencio es un vaso de vidrio ligero enmedio de una manada. Es quebrado fácilmente.

Yamileth quien roza los siete años juega con una de sus amigas frente a su casa, pero lo que dicen desde la calle es escuchado hasta la sala.

En esta colonia no hay que ser paparazzi para enterarse de lo que se habla y sucede.

“Aquí todo se oye”, me dice doña Mary, “los vecinos escuchan todo”. No miente. La vecina de la casa de atrás se asoma por la ventana al ver que Mary platica con alguien.

De reojo observa por un lado de la cortina. Se esconde detrás de ésta, pero su respiración se siente. Los pasos en la casa contigua se escuchan a pesar del intento de caminar con zapatillas de bailarina de ballet.

La gente es curiosa. Aunque no se quiera las pláticas de los demás se escuchan. ¿Privacidad?, no existe.

Doña Mary bromea: “Los vecinos nos ponemos de acuerdo: un día alguien prende la radio y al día siguiente otro vecino, al cabo que todos la escuchamos”.

Nelson Velazquez tiene la llave de todas las casas de la cuadra. Su música entra sin pedir permiso, de esquina a esquina. Sin tocar la puerta.

“Y esto no es nada”, se queja Mary, “los fines de semana el vecino de enfrente se pone a tomar y toda la noche a escuchar a música a todo volumen; ¡imagínate cómo se escucha toda la noche!”

El ruido en la noche no los deja dormir. En su casa viven ella, Román Rivera, su esposo; sus hijos Eduardo, Alexis y Yamileth Rivera Colunga.

La familia tiene una imagen clara de su casa. La lavandería de la casa de mi mamá es más grande que nuestro hogar, se lamenta Mary Colunga mientras sonríe nerviosamente con la mirada que penetra el techo de yeso con hielo seco. Aislante térmico le llaman los arquitectos.

La azotea es frágil con golpearla levemente se hace un agujero. El suelo es igual por debajo de la ligera capa de cemento. Una de las paredes es compartida por dos casas. Medio block para ti, la otra mitad para mí.

Se escucha un ruido. Un golpe en la pared. Como si fuera un martillazo. Pero no, no lo es. A la vecina de Mary se le cayó el trapeador y golpeó la pared que comparten.

La calle es una caja de sonidos tan variada. Sonidos tan disímbolos, como el cuadrante de la radio. Al caminar por la banqueta vas cambiando de estación. De un noticiario a música valleneta, de Choikovsky a Vicente Fernández. De lo solemne a lo popular.

La privacidad no cabe. Es un producto para quienes viven en las grandes casas.

La intimidad no existe. Todo es público. Las pláticas, los aromas. La música es un bien colectivo.

***

Al final de la misma cuadra vive César Pérez con su familia. Su esposa Alejandra y sus tres hijos, Valeria, Gael e Iván.

La quijada en César sobresale, su mentón es tenso, sus ojos se entrecierran, mientras el puño derecho lo aprieta. Colérico se queja de su casa, del fraccionamiento.

Al final de la cuadra no existe asfalto. Es un pequeño desierto. Un desierto con lámparas sin foco que se mantienen estoicas ante el sol.

-¿Esa zona es donde debería de ir el parque?- se le pregunta a César

-Pues se supone, pero no, no creo que vayan a hacer nada. Así se la han pasado.

No hay juegos, ni siquiera bancas. Únicamente, tierra, como si fuese un desierto al final de Real San Felipe.

-Nos ofrecieron una casa más grande, con otras medidas, nos engañaron, las paredes están mal hechas, chécale, pégale a la pared, se queja enfáticamente Pérez.

A la puerta de su casa, César les pide a sus dos hijos que entren a su cuarto. Gael e Iván, de 3 y 1 año, se van al cuarto del fondo. Pero el lloriqueo de Iván se escucha claro.

Esa mañana, 27 de octubre, Alejandra, la esposa de César, quien prefirió no decir el apellido de ella, presentaba una queja ante la Procuraduría Federal del Consumidor por “el engaño de la constructora”.

“No creo que se vaya a resolver nada”, dice César afligido y molesto, con la cabeza agachada.

Se resigna a vivir en esta colonia.

Pero ya ni la resignación cabe en estas casas.

un gobernador quiere su casa…

En el ‘país de las casitas’, el gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina de la Cruz se ha empeñado a mudarse con su familia a una casa que significaría un gasto de 35 millones de pesos durante seis años.

La residencia, que ha sido el despacho de mandatarios neoloneses durante cinco sexenios, se ubica en el Municipio de San Pedro Garza García, avenida Morones Prieto 200.

Al arrendamiento sexenal del inmueble se agrega a una deuda heredada de 17 mil 600 millones de pesos y una más (que el nuevo gobernador busca adquirir) por 31 mil millones de pesos que serian destinados a proyectos de seguridad, salud e infraestructura.

Con un costo superior a los 160 mil pesos mensuales, la renta de la casa sobrepasa por 51 millones de pesos el sueldo del mandatario que es de 109 mil pesos.

Según ha difundido el gobierno estatal, la razón principal de la mudanza es la seguridad del gobernador y su familia, además de reducir el número de elementos de seguridad que antes se distribuían en las distintas cedes de gobierno.

El mandatario ha afirmado que la remodelación que está teniendo el inmueble, que en los próximos días tendrá como inquilinos a él y su familia correrá por su cuenta.

De hecho se puede ver a trabajadores en la remodelación.

La decisión de mudarse a la casa de gobierno, contrasta con la situación de los neoloneses que sólo pueden rentar casas de interés social.

No obstante Medina de la Cruz ha dejado entrever que no abandonará su oficina en el Palacio de Gobierno, recientemente convertido en museo, pues según él, dicho recinto es el lugar donde el gobernador tiene contacto con la ciudanía.

El mandatario también cuenta con la opción de llevar su despacho al a la Torre Administrativa que se está construyendo a un costado del Parque Fundidora II, en el Centro de Monterrey.

La torre que comenzó a construir en el sexenio anterior y tiene como finalidad ser sede, ya cuenta con un sobrecosto de 270 millones de pesos sobre su costo original de 2 mil 695 millones de pesos, según reportes oficiales.

En el ámbito político, la fracción priista en el Congreso del Estado aplaudió la intención de Medina de la Cruz de hacer de la Casa de Gobierno su lugar de residencia, mientras que los diputados de oposición se declararon en contra de la decisión.

La remodelación se realiza mientras que el producto interno bruto de Nuevo León caerá al menos 9 por ciento.

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