Castillo y Alanis

Castillo y Alanis

El caso Iztapalapa y el caso República Mexicana tienen un origen común, la falta de confianza y pulcritud electoral. En efecto, el que hoy estamos sufriendo el tercer año del peor gobierno de la historia contemporánea del país (y eso que el de Fox fue deplorable), no se debe más que a la responsabilidad del entonces Presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), Leonel Castillo que, después de reconocer todas las trampas de la elección de 2006 acabó diciendo que, como no había “determinancia”, “el pelele” Calderón podía sentarse en la silla presidencial.

Igual ocurrió con la actual presidenta del TRIFE Lic. María del Carmen Alanis quien, sin el menor recato y ya que había corrido la campaña de Iztapalapa e, inclusive, estaban impresas las boletas electorales, se le ocurrió cancelar la candidatura de Clara Brugada. Las consecuencias están a la vista y si el pueblo iztapalapense con AMLO a la cabeza tuvieron que actuar en legítima defensa para no dejarse atropellar por Alanis bajo las órdenes de Calderón, improvisaron la candidatura de “juanito” para que, en realidad, se votara por Clara Brugada. El resultado es que el tal juanito se volvió loco y no quiso mantener los pies en la tierra sintiéndose el verdadero ganador, con el cobijo y el dinero del PAN capitalino.

Los daños a la democracia son terribles por esta causa. No solo le cuestan mucho dinero al pueblo los IFES y los Tribunales Electorales, sino, al final de cuentas, sus titulares venden más caros sus favores al régimen y a los poderes televisivos. La imposición de Calderón vía Fraude Electoral le ha costado al país retrasos en todos los órdenes, violencia, muerte, desesperanza cuando, con solo el respeto a la voluntad popular con Andrés Manuel López Obrador en la presidencia no solo nos hubiera evitado tres años perdidos, sino hubiera significado desarrollo, equilibrio, justicia, honorabilidad. Esa hubiera sido la diferencia con un mínimo recato de los jueces electorales. De igual manera, Iztapalapa no estaría en el trance actual si tan solo tuvieran honradez quienes han vendido sus conciencias.

Fuente: El Periódico

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