Pulso Crítico
J. Enrique Olivera Arce
Si muchos esperaban que Javier Duarte de Ochoa se guardara en casa, dejara de aparecer en eventos públicos y en los medios de comunicación, en espera del inicio de lo que será una de las campañas más dispendiosas y sucias de la historia de Veracruz, se equivocaron. La corriente priísta de la fidelidad no puede darse el lujo de ceder terreno a Miguel Ángel Yunes Linares, quien teniendo todo en contra, incluyendo los desvaríos de Felipe Calderón Hinojosa, está logrando remontar con relativo éxito la cuesta de semana santa.
No porque el pre candidato panista sea un buen, regular o malo prospecto para gobernar a Veracruz es que se estima que avanza a trote tendido ganando aceptación. No. Aceptarlo así, sin más, también nos llevaría a equivocarnos. En el juego de espejos de la política electoral la percepción de la realidad es engañosa, como lo son los resultados de una encuesta descontextualizada y parada en el tiempo.
Una cosa es que el ex director del ISSTE mediáticamente de la impresión de que crece, con base en encuestas de dudosa manufactura y otra, muy distinta, es que objetivamente se cuente con datos duros que confirmen un avance significativo en el logro de sus objetivos, frente a un Javier Duarte del que se percibe a su vez que se desinfla alejándose a la baja del pre candidato del PAN-PANAL.
Miguel Ángel Yunes Linares está arriba presuntamente en las preferencias, se dice, pero podría asegurar como simple especulación y no otra cosa, que ambos contendientes no han logrado rebasar el nivel de aceptación entre sus respectivos bagajes de voto duro y, mucho menos, el porcentaje mínimo deseable del voto potencial de un padrón de 5 millones, 54 mil 180 ciudadanos en condiciones de sufragar, que pudiera asegurarles legítimamente el triunfo. Uno y otro contendiente no han logrado aún, incluso, legitimarse ante sus respectivos partidos.
A mi juicio la razón es simple. Todo el peso de la administración a cargo del Maestro Fidel Herrera, en alianza con la prensa cooptada, impide crecer más a Yunes Linares; los obstáculos que le oponen a éste superan su capacidad de maniobra, buen juicio y operadores políticos involucrados, en el intento por lograr resultados eficaces en su carácter aún de pre candidato. Tiene todo en contra, incluido su historial de desempeño en el gobierno de la entidad y los yerros de Calderón Hinojosa en la conducción del país.
Por su parte, Javier Duarte de Ochoa, en el marco de la guerra sin cuartel que se deriva de la mutua animadversión existente entre el gobernador y el precandidato de la coalición PAN-PANAL, estando en el medio de la absurda confrontación, sin autonomía de maniobra y sin peso real en la toma de decisiones en la conducción de su temprana aventura electoral, por más presencia pagada en los medios y esfuerzos personales por superar sus limitaciones de imagen, prácticamente desaparece en un escenario en el que debería ser el principal protagonista.
Fidel Herrera se resiste a dejar de promoverse mediáticamente, al mismo tiempo que, de facto, se asume como el que habrá de ser el triunfador el próximo cuatro de julio, cuando de acuerdo a la experiencia histórica, como candidato oficial del partido en el poder a la gubernatura, Javier Duarte de Ochoa debería ser el hombre fuerte del momento, pasando ya el gobernador saliente a segundo plano. Y no es así. La sombra de su mentor y padrino, le empequeñece ante la opinión pública para la que aún sigue siendo “el delfín impuesto”.
Paradójicamente, el Maestro Herrera Beltrán se constituye así en el principal obstáculo tanto para el avance del panista como para el crecimiento de su fiel discípulo. De ahí que ambos contendientes se mantengan empantanados en sus propósitos, sujetos a lo que el gobernador disponga en un proceso electoral bajo su control, en el afán de éste de arribar al 2012 como el mejor posicionado entre quienes en su partido se presume aspiran a la presidencia de la República.
Ni uno ni otro avanzan en la medida de lo deseable en sus propósitos pese al enorme dispendio de recursos aplicado. Pierde la elección en marcha el sentido democrático que espera la sociedad, y gana, para infortunio de los veracruzanos, la pauperización de la política.
Insisto, lo anterior es simple especulación. La inédita situación política que se vive en Veracruz, derivada de enconos personales, no da para más. En esta tesitura, pues, considero válido preguntarse: ¿Hasta cuando y en que momento Fidel Herrera dejará de contaminar el proceso electoral en marcha para dejarle el camino libre a Duarte de Ochoa?
Fidel ya lo dijo: gobernará hasta el último día de su mandato, lo que implícita y explícitamente, significa que el 4 de julio será fecha a celebrar por el gobernante, como triunfo personal y de su administración, en tanto que el gobernador electo, si Duarte logra crecer y ganarse la voluntad popular, seguirá siendo el empleado a modo de su mentor hasta que este decida soltarle y, Miguel Ángel Yunes Linares, el malo de la película, vencido pero no derrotado dará aún mucho de que hablar.
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Difusión: Soberanía Popular
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