viernes, 4 de junio de 2010

Pobreza y persistencia del campesinado / III




Economía Moral
Pobreza y persistencia del campesinado / III
Djurfeldt debate con Kautsky
Julio Boltvinik

Djurfeldt dice que el no cumplimiento del pronóstico marxista clásico consistente en que la agricultura se volvería totalmente capitalista, no debe ser considerado un golpe mortal para una versión no mecanicista, no determinística, del materialismo histórico. Debemos asumir el reto, añade, de confrontar el desarrollo estructural real de la agricultura occidental con tal pronóstico para encontrar los supuestos injustificados subyacentes en él, reemplazarlos con otros mejor fundados y derivar las consecuencias para un nuevo enfoque del materialismo histórico sobre la cuestión agraria. En el artículo que hoy reviso, Djurfeldt busca contribuir a renovar la discusión al respecto.1 Es dudoso, sin embargo, que Marx haya sostenido tal pronóstico incumplido (véase cita al final).

La expectativa clásica sobre la concentración de la tierra, señala, estaba fundada en las economías de escala supuestamente presentes en las grandes unidades. Esta concentración traería consigo una revolución en las fuerzas productivas que expulsaría de la producción a los campesinos y los convertiría en asalariados. A pesar de la capacidad de resistencia campesina, lo más que lograrían sería posponer el avance del capitalismo pero no lo podrían evitar. Sin embargo, esta tenacidad campesina no podría explicar, sostiene Djurfeldt, que desde finales del siglo XIX, las grandes fincas perdieran importancia, mientras las unidades medianas aumentaban la suya y las pequeñas se fragmentaban. A estas tendencias Djurfeldt añade una muy importante para esta serie de entregas:

...hay una tendencia en los grandes latifundios a dividir parte de su tierra en parcelas y asentar en ellas a sus trabajadores generando así sus propias colonias laborales. Este proceso tiene una contraparte en varios países, por ejemplo el British Small-holding Act de 18922 y similares en Dinamarca y Suecia. Ésta es una manera de disminuir el costo del trabajo en una empresa capitalista, que en tiempos más recientes ha sido el propósito específico de las reformas agrarias de varios países de América Latina. Cuando tienen su propia tierra, los trabajadores reproducen su fuerza de trabajo en ella (sic), y por tanto el capitalista no necesita pagarles el valor completo de su fuerza de trabajo3 (que es igual a sus costos de reproducción)4... En los términos más generales, podemos decir que una clase agraria (los campesinos pobres), quienes por definición poseen tierra insuficiente para reproducirse de manera independiente, y que por lo tanto se ven forzados a emplearse por un salario, está atada de esta manera a los campesinos ricos o a los latifundistas, mientras éstos dependen de la explotación de trabajadores asalariados o de aparceros (pp. 141-142).

Este magistral párrafo muestra que el capitalismo puro es imposible en la agricultura y, aunque Djurfeldt no lo hace explícito, el carácter estacional del trabajo agrícola es el hilo conductor implícito. También muestra que el capitalismo necesita campesinos pobres para que cumplan su función de proveedores de mano de obra barata y, habría que añadir, estacional. Aquí parecería estar ratificando la tesis que sostuve en la primera entrega de esta serie [21/05/10]: el capitalismo agrícola sólo puede existir en simbiosis con campesinos pobres, dispuestos a (y urgidos de) vender su fuerza de trabajo algunos días al año. Sin embargo, polemizando con Karl Kautsky (quien habría dicho que el problema para las grandes explotaciones es la escasez de mano de obra; véase adelante) sostiene que el campesinado pobre no es una parte integral del concepto de modo de producción capitalista en la agricultura, sino un indicador de un proceso de reproducción atípico (p. 142) que atribuye a la crisis en la agricultura europea desatada por la competencia en el mercado internacional de granos. Sería esta crisis la que explicaría, según Djurfeldt, que las granjas capitalistas no se pudieran reproducir con fuerza de trabajo asalariada libre y la que habría llevado a que los “agricultores le dieran la vuelta a la ‘libertad’ de los trabajadores y los hubiesen asentado en la tierra” (Ibid.). Pero veamos algunas de las afirmaciones de Kautsky, en La Cuestión Agraria5 donde sostiene implícitamente que el campesinado sí es parte integral del modo de producción capitalista en la agricultura, aunque por razones demográficas:

La expansión del mercado, la posesión de capitales, no bastan por sí solas para establecer una gran explotación capitalista: lo esencial son los trabajadores... La industria urbana en los países civilizados no tiene que temer la falta de obreros, porque el proletariado va en crecimiento y suministra al capital en aumento fuerzas de trabajo en progresión continua... En la agricultura no sucede lo mismo. El trabajo en las ciudades se efectúa en condiciones que hacen al obrero incapaz para trabajar la tierra. La agricultura hoy en día no puede llenar sus vacíos con el proletariado industrial de las ciudades. Tampoco la gran explotación agrícola puede, en las circunstancias actuales, producir los obreros necesarios y conservarlos a su servicio...[Mientras] en la industria moderna la administración doméstica y la gestión de la empresa son dos cosas distintas y el obrero puede crear un hogar sin necesidad de convertirse en patrón... la agricultura no se separa apenas de la administración doméstica, pues no hay explotación agrícola sin ésta, ni hogar campesino regular y estable sin explotación agrícola... [En el campo] el obrero que no posee nada, pero que vive en su casa es una excepción...Los braceros con hogar propio son, por lo general, agricultores independientes, con tierra propia o arrendada y que dedican parte de su tiempo al trabajo asalariado, parte al cultivo de su propia hacienda... Tal situación no favorece la multiplicación de obreros no propietarios en el campo. Los criados, por de pronto, se ven la mayor parte de las veces excluidos del matrimonio... No mucho mejor es la situación en que se encuentran para tener descendencia los asalariados libres sin casa propia. Sólo los arrendatarios o pequeños propietarios, que unen un hogar autónomo a una explotación agrícola autónoma, son quienes están en mejores condiciones para criar muchos hijos para el trabajo... Esta producción de fuerza de trabajo disminuye donde la gran explotación se expande a expensas de la pequeña. Expropiando a los labradores se agranda una explotación, pero disminuye el número de brazos destinados a cultivarla. Este hecho por sí solo hace que, no obstante su superioridad técnica, aquélla no llegue a reinar sola en un país... En el modo de producción capitalista no debemos esperar ni el fin de la gran explotación agrícola ni el de la pequeña. [Al respecto Kautsky cita un artículo de Marx de 1850 en el que éste dice]: la agricultura debe moverse continuamente en este ciclo de concentración y fraccionamiento de la tierra en tanto subsistan en general las relaciones burguesas (pp. 167-173; véase gráfica con cifras de Kautsky al respecto).

1 Classical Discussions of Capital and Peasantry: A Critique (Crítica de las discusiones clásicas de capital y campesinado), en John Harriss, Rural Development. Theories of Peasant Economy and Agrarian Change, Routledge, Londres, 1992, pp. 139-140.

2 Esta Ley (Act) forma parte de un proceso legislativo de reforma agraria cuyo propósito era el de revivir las pequeñas granjas en Inglaterra. Algo similar debió ocurrir en Dinamarca y Suecia.

3 En mi artículo Esbozo de una teoría de la pobreza y la sobrevivencia del campesinado. Polémica con Armando Bartra (Mundo Siglo XXI, N° 18, Otoño 2009, p. 31), señalo algo enteramente en línea con estas frases: que Luis Cabrera, autor del proyecto de Ley Agraria de 1912 (que usaba el seudónimo de Blas Urrea), apuntaba que la dotación de ejidos a las comunidades permitiría a las medianas y grandes explotaciones una amplia disponibilidad de mano de obra barata; es decir, que concebía como complementarias a las empresas agrícolas capitalistas y la economía campesina.

4 Esta frase pone en entredicho la coherencia interna (en el sector agrícola) de la teoría del valor de Marx, ya que si se interpreta como la reproducción por todo el año, puede significar que el valor de la fuerza de trabajo sea mayor que el valor (tiempo de trabajo) que su ejercicio incorpora en las mercancías agrícolas en los días trabajados del año. Espero tratar a fondo este problema en próximas entregas.

5 (Ediciones de Cultura Popular, México, 1974; escrito en alemán en 1898). El texto proviene de la sección Falta de fuerza de trabajo del Capítulo Límites de la agricultura capitalista.

jbolt@colmex.mx


Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV

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