miércoles, 11 de febrero de 2009

Bajo la Lupa - Alfredo Jalife-Rahme

■ Barack Obama y Joe Biden se desmarcan del unilateralismo bushiano

Ampliar la imagenAngela Merkel, canciller alemana, y Joseph Biden, vicepresidente de Estados Unidos, durante la 45 Conferencia de Seguridad, el pasado día 7Angela Merkel, canciller alemana, y Joseph Biden, vicepresidente de Estados Unidos, durante la 45 Conferencia de Seguridad, el pasado día 7Foto: Reuters

Es probable que la 45 Conferencia de Seguridad, celebrada en Munich (ver Bajo la Lupa, 4/2/09), sea recordada como la ruptura de Barack Obama con el unilateralismo bushiano y el belicismo de los neoconservadores straussianos.

A juicio del rotativo británico The Observer (8/2/09), el discurso del vicepresidente Joe Biden “señaló una ruptura radical con la política exterior de los neoconservadores de la administración de Bush”. Comenta que la “administración de Obama desea limar asperezas con Moscú después de años de desviarse a la hostilidad, ofreciendo tanto posponer el controvertido escudo misilístico del Pentágono en Europa central como trabajar con los rusos sobre el control de armas”.

Sobre el despliegue misilístico en Polonia y la República Checa, Biden afirmó que ninguna decisión sería tomada sin la consulta con Rusia. El vicepresidente expresó también el deseo de negociar con Irán sobre su proyecto nuclear.

Los rotativos vinculados con el Pentágono, como The Washington Times (7/2/09) y Stratfor (9/2/09), llegan hasta desvirtuar los avances (todavía retóricos, desde luego) de Biden, quien declaró la necesidad de cambiar las relaciones con Rusia (“rencender el botón” de las relaciones bilaterales).

Para no dejar dubitaciones, el general James Jones, flamante director del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por su siglas en inglés), esclareció que Estados Unidos estaba dispuesto a congelar el escudo misilístico en conjunción con sus aliados (The Observer, 8/2/09).

Cabe recordar que este escabroso asunto del despliegue misilístico en las puertas de Rusia había fracturado a la Unión Europea, que hubiera pagado las consecuencias de los platos geopolíticos rotos: los grandes (Francia y Alemania) en contra, y los pequeños, aliados indefectibles del unilateralismobushiano, a favor.

En una frecuencia totalmente distinta, para The Washington Times existe una “similitud remarcable” entre Bush y Obama respecto a Rusia. Entonces, el viceprimer ministro ruso Sergei Ivanov (quizá el tercer personaje en la jerarquía rusa) ha de haber asistido a otra reunión en Munich, a la que calificó de “muy positiva” (RIA Novosti, 8/2/09).

Si alguien estuvo feliz de la nueva postura de Estados Unidos en referencia al despliegue misilístico en Europa central fue precisamente Rusia. ¿A cambio de qué? ¿Los Balcanes para la OTAN y el Cáucaso para Rusia? Existen otros niveles de probables trueques geoestratégicos en el tablero del ajedrez mundial que aflorarán gradualmente: desde Irán hasta Afganistán, temas en los que Rusia se convirtió en un factor nada despreciable y que exige necesariamente el abordaje multipolar (en Estados Unidos le tienen pavor a este adjetivo y prefieren el uso insulso de “multilateral” que pretende conceder prerrogativas metafísicas al otrora liderazgo unipolar estadunidense).

No tiene límites la notoria rusofobia de Stratfor, centro de pensamiento texano muy cercano a loshalcones de Israel, quien llega hasta pretender que existe “continuidad” entre las administraciones de Bush y Obama y que solamente cambiaron la “atmósfera” y el tono: “la mayoría de los asistentes a la conferencia de seguridad de Munich buscaban un cambio dramático en la política exterior bajo la administración de Obama. Lo interesante del discurso de Biden fue el poco (¡súper sic!) cambio que hubo en la postura estadunidense y cuánto lo aplaudieron los asistentes y los medios”.

Stratfor pone de relieve la reiteración de Biden de que Estados Unidos no estaba dispuesto a conceder una zona de influencia a Rusia. ¿A poco lo iba a admitir en público? ¿Qué dejarían luego para negociar?

Es interesante que Biden e Ivanov se hayan sentado a dialogar en Munich, pese a las acusaciones de Estados Unidos de que Rusia había presionado a Kirguizia para finiquitar el arrendamiento de la base militar de Manas después de haber conseguido un empréstito y ayuda financiera de Moscú por 2 mil millones de dóalres (Ap, 8/2/09). Ivanov se mostró muy receptivo a la propuesta de Obama para reducir 80 por ciento el potencial nuclear de Estados Unidos y Rusia, a mil ojivas por país (RIA Novosti, 8/2/09), lo cual constituye una excelente perspectiva para quienes abogamos por el abolicionismo atómico.

Xinhua (9/2/09), agencia noticiosa de China (que no fue invitada), destaca la receptividad de Ivanov sobre las “fuertes señales” de Estados Unidos para “mejorar las relaciones con Rusia”.

Según Dmitri Rogozine, representante permanante de Rusia ante la OTAN, el discurso de Biden alentaba esperar una modificación de la conducta estadunidense con sus aliados en el mundo (a quienes BabyBush solía despreciar). Lo relevante es que, pese a la colisión de Rusia con los intereses conjuntos de Estados Unidos y sus aliados Georgia e Israel en Osetia del Sur y Abjazia en el Cáucaso, Joe Biden y Sergei Ivanov se hayan reunido seis meses más tarde al margen de la reunión de seguridad de Munich.

No pasó desapercibido que uno de los participantes este año también haya sido Ali Larijani, presidente del parlamento iraní y anterior negociador del contencioso nuclear, quien en su disquisición exhortó a la “construcción de puentes” y puso en relieve la “oportunidad dorada de Estados Unidos” (The Christian Science Monitor, 9/2/09), en clara referencia a la disponibilidad negociadora de Irán. Larijani había sido invitado el año pasado a Munich y la delegación estadunidense abandonó la sala al momento de su discurso. Este año fue Larijani quien le devolvió la cortesía a Biden.  

Durante la conferencia, Frank-Walter Steinmeier, jefe de la diplomacia alemana, incitó a incorporar a Rusia a la “arquitectura de la seguridad europea” (RIA Novosti, 6/2/09). Pareciera que la canciller alemana (y anfitriona de la conferencia) Angela Merkel y el presidente galo Nicholas Sarkozy (a quien hay que reconocerle que desactivó la crisis caucásica del verano) han adoptado la tesis sobre la “nueva arquitectura de seguridad” del presidente ruso Medvediev que lanzó en su visita a Berlín el pasado junio.

En vísperas de la conferencia, Merkel y Sarkozy habían publicado un artículo conjunto que apareció simultáneamente en Le Monde y en Süddeutsche Zeitung (3/2/09), en el que definen, pese a los avatares, que “Rusia es nuestra vecina y un socio muy importante”. Luego de sopesar la propuesta de Medvediev exhortaron a “tender la mano a Rusia” y al “restablecimiento del diálogo estratégico entre Rusia y Estados Unidos”.

La Conferencia 45 de Munich fue de puentes y cimientos entre Eurasia y el Trasatlántico. Se pudiera decir que los grandes de Europa (Alemania y Francia) sirvieron esta vez de catalizadores entre Estados Unidos y Rusia. Muchas de las políticas bélicas del unilateralismo bushiano pueden desaparecer debido a la insolvencia (para no decir quiebra) financiera de la otrora superpotencia unipolar hoy en acelerada decadencia multidimensional.


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