jueves, 22 de octubre de 2009

La justicia y el derecho




Rosario Ibarra
22 de octubre de 2009



No hace mucho cayó a mis manos un escrito conocido de antaño, con las palabras de Amós, pastor de Técoa, uno de los llamados profetas menores, que vivió allá por el siglo VIII antes de Cristo.

Leer lo que profetizaba en aquellos remotísimos años y ver el dolor y la angustia de millones de pobladores del planeta en los días que vivimos hace pensar que los seres humanos estamos ayunos de humanidad... y lo más triste es que en este trozo de tierra en el que nos tocó nacer y al que llamamos patria, no sin una buena dosis de orgullo, ese dolor y esa angustia enormes son también un amago perenne para los menos y una cruel y cotidiana realidad para millones.

A veces nos brota de la mente la añoranza de tiempos felices en los que no se habían extendido como ahora la maldad, la ira, la codicia y el crimen, entre muchas otras formas de crueldad inaudita, pero muere pronto ese recuerdo grato, con tan sólo abrir las páginas de un diario y enterarse de la sevicia que se ha extendido por el orbe y de la que algo ha tocado a nuestro suelo en el ingrato reparto.

Qué triste resulta el que las palabras del profeta Amós —como en el siglo VIII— puedan pronunciarse hoy como si hubiesen nacido en nuestros días:

“¡Ay de los que convierten el derecho en veneno y echan por tierra la justicia!”... “Porque yo conozco la multitud de sus crímenes y la enormidad de sus pecados”... “Ay de los que aborrecen al que recrimina en la puerta y detestan al que habla con integridad”, decía.

¿No se siente que hay similitudes enormes entre los reclamos del profeta y lo que podemos reclamar hoy?

¿No hemos llorado por crímenes infames como los ocurridos el 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971, los cientos de desapariciones, los encarcelamientos injustos; el asesinato de Rubén Jaramillo y el de Digna Ochoa, entre otros muchos, las matanzas que tuvieron lugar en Coyuca, Acteal, Aguas Blancas, El Charco, El Bosque; las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua; la negligencia criminal en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora... la inseguridad,.. la miseria, el hambre, el desempleo, la corrupción, la impunidad, la simulación, entre cientos o miles de hechos injustos, cuya lista sería interminable...?

Y el pueblo pobre, colmado de desilusión, abomina, aborrece, desprecia a los que hacen escarnio de su sufrimiento y dice, como decía Amós:

“Yo aborrezco, desprecio sus fiestas y me repugnan sus asambleas”... Hoy deben repugnarle las “reuniones” en las que se deciden los aumentos a los impuestos, los “por cientos” de extrema injusticia en alimentos y medicinas y en todo lo demás, y los “apapachos” del gobierno a los poderosos, a los dueños del dinero, a los señores del poder....

Y el pueblo pobre llora las muertes prematuras de sus hijos desnutridos y le parece injusto.

Y el pueblo pobre llora también y se retuerce las manos con rabia, cuando ni siquiera tiene con qué comprar una “cajita de angelito” ; y el pueblo pobre llora desesperado y nace en su mente el odio a la injusticia y el olvido en que lo tienen los poderosos, los fraudulentos, los simuladores, los hipócritas encaramados en el poder; y los millones de pobres anhelan y sueñan con que la justicia llegue para ellos y que permanezca siempre cerca de los suyos, y tal vez repitan las palabras pronunciadas hace siglos por el pastor-profeta Amós:

“Que el derecho corra como el agua y la justicia como un torrente inagotable”.

Dirigente del comité ¡Eureka!

Fuente: El Universal

Difusión AMLOTV

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