Por Ramón Alberto Garza
10 Dec 2009
Tres errores y un acierto cometió el presidente Felipe Calderón en un solo día.
ERROR UNO. Puso en pausa la autonomía del Banco de México al enviar la propuesta de Agustín Carstens como su nuevo gobernador. Por más cartas credenciales que acrediten sus capacidades, siempre se exhibió como soldado del presidente y hombre que trabajó en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El nerviosismo de quienes cuestionan esta decisión se ubica en la desafortunada frase que resultó el mayor error de cálculo económico en lo que va del sexenio: "Antes, cuando la economía de Estados Unidos se desaceleraba, la de México también. Ahora pasa lo contrario, cuando Estados Unidos tiene neumonía, México solo tiene un catarrito".
ACIERTO ÚNICO. Acertó al quitar al PRI, por primera vez en la historia, el control de la chequera nacional con la designación de un panista como nuevo secretario de Hacienda. Termina el predominio de dos décadas de la escuela Aspe-Gil Díaz.
ERROR DOS. La falla está en que ese panista en Hacienda, Ernesto Cordero, no tiene más mérito que ser "su cuate" de la escuela. Si se mezcla su apellido con el de Ortiz Mena, Silva Herzog, Beteta, Aspe, Ortiz Martínez, Gil Díaz o Carstens, todavía queda muy chiquito.
El último presidente de México puso a "su cuate de la escuela" en Hacienda fue Luis Echeverría. Se llamaba José López Portillo. La historia ya la vivimos.
Solo compare la biografía de Ernesto Cordero con la de su homólogo estadounidense Tim Geithner para que vea lo que se requiere en tiempos de crisis.
ERROR TRES. Mostrar a un mandatario que no está a la altura de un estadista que hace frente a las difíciles circunstancias globales.
Que el alcance de sus miras se limita no a crear un proyecto de nación de largo plazo, sino a recuperar la posibilidad de operar desde adentro de Los Pinos no su sucesión, pero sí al menos la designación del candidato del PAN para 2012.
La instalación de Ernesto Cordero en Hacienda podría repetir el fenómeno de Luis Echeverría dejando a su secretario de Hacienda, José López Portillo.
Y la habilitación de otro de sus amigos, Heriberto Félix, deja en claro que los ajustes del gabinete buscan fortalecer que alguno de los del círculo cercano se quede con la candidatura albiazul a la Presidencia. Analicemos.
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OPERACIÓN CARSTENS
Nadie cuestiona las capacidades intelectuales y los créditos académicos de Agustín Carstens. Uno de los más impresionantes entre los economistas mexicanos.
Alcanzó la Secretaría de Hacienda de refilón. Él buscaba dejar su posición como director gerente del Fondo Monetario Internacional a cambio de convertirse en el gobernador del Banco de México (Banxico).
Su sueño tenía un fundamento. En Banxico se hizo y ahí creció como profesional de la economía mexicana, al lado de su tutor Francisco Gil Díaz.
Pero el presidente Felipe Calderón lo presionó para aceptar la tesorería nacional, y durante tres años la padeció a regañadientes. A no pocos escapaba que Carstens estaba incómodo en la silla.
Más incómodo aún cuando su jefe, el presidente, lo regañaba en público y cuestionaba sus decisiones. "No hay respeto", solía quejarse el secretario de Hacienda.
Convenció al inquilino de Los Pinos de que la neumonía norteamericana de 2007 no era mayor y que para México apenas significaría un catarrito. Que teníamos suficientes anticuerpos económicos para resistir la influenza financiera que acababa con bancos e instituciones. Falló.
Y las políticas contracíclicas debieron ser reajustadas para evitar que el catarrito convertido en neumonía obligara a México a entrar en coma financiero.
Durante meses, Carstens culpó a Banxico por no apoyar el proyecto económico del presidente Calderón. Sus desencuentros con el gobernador Guillermo Ortiz se convirtieron en el pan de cada día. Hasta que ya entrados en la neumonía, pactaron el reposo.
Pero Carstens nunca cejó en buscar la silla de Guillermo Ortiz. Y como sentía que no la tendría, le renunció varias veces a su jefe, el presidente. Ya no quería estar ahí.
Menos cuando se enteró de que Calderón intentaba colocar en Banxico a otro financiero con menos cartas credenciales: el director de Banobras, Alonso García Tamez.
Pero la objeción de tener a dos pupilos de Francisco Gil Díaz manejando Hacienda y Banxico, además de la caja chica de Pemex con Juan José Suárez Coppel, frenó el intento presidencial.
Calderón se vio obligado a recular y a proponer a Carstens para el banco central. Una decisión arriesgada, considerando que dentro de las filas de la oposición, y aun dentro del PAN, existen serios rechazos.
El cuestionado resultado de la gestión de Carstens en Hacienda con la negociación de las dos adecuaciones fiscales -el IETU y el nuevo IVA- terminó por confrontar al gobierno con el empresariado.
Pero el drama de su gestión se ve con toda claridad cuando México es colocado como uno de los países que peor enfrentó la crisis financiera global. Carstens sale en el año en que el PIB caerá 8 por ciento.
Por eso Calderón debió asumir los costos. Lo enviaría a Banxico para no ratificar a Guillermo Ortiz, a quien quería fuera del banco central desde el sexenio foxista.
A cambio, el presidente tomaría la silla de la Secretaría de Hacienda, no para instalar a otro hijo de Francisco Gil Díaz, sino para cumplirle al PAN y cumplirse a sí mismo la tarea pendiente. Colocar por primera vez a un panista al mando de la chequera nacional.
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CHEQUERA, AMIGOS Y 2012
No hay duda de que el presidente Felipe Calderón hizo historia esta semana al arrebatar al PRI, por primera vez, el control de la chequera nacional.
Con la designación de Ernesto Cordero como secretario de Hacienda, el PAN romperá el monopolio que venían ejerciendo sobre las finanzas nacionales los discípulos de los priistas Pedro Aspe y Francisco Gil Díaz.
Y es que desde que Vicente Fox se convirtió en el primer presidente no priista de México, la Secretaría de Hacienda se había mantenido bajo el control del tricolor.
Primero con Francisco Gil Díaz como su titular durante el gobierno foxista, en el que se convirtió en el más poderoso de los secretarios. Uno de los pocos que sobrevivieron todo el sexenio.
Y luego con Agustín Carstens, discípulo cercano y predilecto de Gil Díaz, quien desde siempre buscó ser gobernador de Banxico, pero que, incómodo, debió conformarse con la titularidad de Hacienda en la primera mitad del sexenio calderonista.
La jugada del relevo en Hacienda, aunque festejada dentro de las filas blanquiazules, luce muy arriesgada.
Con un muy escaso historial que lo avale para desempeñar el cargo en momentos tan críticos como el que vive la economía mexicana, Cordero tendrá que demostrar que tiene méritos que vayan más allá de ser el amigo de la escuela del presidente. Y las dudas son muchas. Su paso por la Sedesol no fue muy luminoso que digamos.
Sin embargo, para los analistas más perspicaces, la designación del compañero de maestría de Felipe Calderón y la de su relevo en Sedesol, va más allá del control de la chequera nacional para el PAN. También se inscribe dentro de la sucesión presidencial de 2012.
De hecho, ambas, chequera nacional y sucesión, están íntimamente ligadas. El destino de la sucesión no puede entenderse sin el control y el destino de los fondos de la chequera.
Por eso, con Ernesto Cordero en Hacienda y Heriberto Félix sucediéndolo en Sedesol, los albiazules habilitan la construcción de dos precandidatos más con miras al relevo en Los Pinos.
Dos figuras que se ubican a la par de Fernando Gómez Mont, Juan Molinar Horcasitas, Josefina Vázquez Mota, Alonso Lujambio o Javier Lozano, como aspirantes para la candidatura presidencial panista.
El caso de Heriberto Félix es políticamente singular. Sin filiación política histórica con el PAN, construido su perfil ciudadano desde su candidatura para el gobierno de Sinaloa en 2006, su ubicación en Sedesol lo convierte de facto en un Colosio de Calderón.
Si se considera que la esposa de Heriberto Félix es Lorena Clouthier, y que ambos son muy cercanos a los afectos de la pareja presidencial, el juego político se entiende mejor.
Lorena es una de las hijas del mítico Manuel "El Maquío" Clouthier. También es amiga íntima y la colaboradora más cercana de Margarita Zavala en el voluntariado nacional del DIF.
Heriberto Félix podría representar para el PAN la candidatura ciudadana, la recuperación de las banderas políticas de "El Maquío" y un rostro más amable que los de Molinar, Lujambio, Vázquez Mota, Lozano o el propio Cordero.
Por ahora habrá que esperar a ver la reacción de una oposición que ve en la colocación de Carstens en Banxico un premio que no se merecía y en la instalación de Cordero en Hacienda la enajenación de la chequera que le pertenecía.
Pero, sobre todo, en la promoción de sus "cuates", el impulso de un proyecto político personal que no va de la mano de todo el panismo. Mucho menos de los que sienten que el 2012 les pertenece desde que ganaron de calle las elecciones del 5 de julio de 2009.
Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV
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