El montón
La inevitable sucesión de 2011 se ha convertido en una piedra en el zapato para el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y su camino a la candidatura presidencial del PRI un año después.
A las ambiciones de sus tíos los gobernadores Arturo Montiel Rojas y Alfredo del Mazo González o del grupo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, que le echan leña a la hoguera del cambio de poderes, persiste un listado infinito de nombres.
Al fulgor de nombres como los de Luis Miranda Nava, Ernesto Némer, Luis Videgaraya Caso o Alfredo del Mazo Maza, al estira y afloje de una enconada riña se suma otro grupo que estorba e incomoda para reñida, aunque ciertamente interna, contienda electoral.
El rosario lo encabezan Francisco Rojas Gutiérrez, Humberto Benítez Treviño, Alfonso Navarrete Prida –cuya carta de presentación se enmarca en los cuatro perdones a Montiel–, María Elena Barrera Tapia, Eruviel Ávila Villegas, Ricardo Aguilar Castillo, Manuel Cadena y Gustavo Cárdenas Monroy.
Entre los enredos y desenredos de un proceso que siembra odios, rencores y enemistades, el atlacomulquense Héctor Velasco Monroy intenta colarse como al tapado al juego de la sucesión estatal.
Actual diputado federal por un distrito cuya cabecera se asienta en Jilotepec, Velasco no sólo tiene de su lado su cercanía –y lazos familiares con Peña–, sino también con los pintorescos tíos Del Mazo y Montiel.
Pero en esas ambiciones de poder, la audacia de Cárdenas Monroy trastoca el sombrío panorama estatal porque igual representa a los personajes legendarios del Grupo Atlacomulco.
Sin embargo, la sucesión será obra de la fatalidad porque Peña Nieto se inclinará por el nombre aquel que le deje mejores dividendos en su lucha por la sucesión presidencial y aquel que cumpla con el pago de compromisos.
Cierto, compromisos y amarres con Televisa también serán la sombra permanente que definirá la sucesión.
Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV
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