Fernando Amezcua Castillo.
Una pesadilla para el Pueblo de México
Impuesto por la vía del fraude electoral y a tres años de su desgobierno, Felipe Calderón constituye una pesadilla interminable para el pueblo de México: inseguridad pública, delincuencia y narcotráfico, crisis de las finanzas públicas, soberanía vulnerada, violación sistemática de derechos humanos, retroceso social y económico, desempleo, etcétera. Estos problemas, lejos de resolverse, se han exacerbado y tienen como resultado niveles de miseria y pobreza nunca antes ocurridos en la historia contemporánea de México. Los únicos beneficiados han sido un puñado de grandes empresarios y empresas trasnacionales que han visto acrecentar sus multimillonarias fortunas frente a los miserables salarios con los que sobreviven los trabajadores en México.
La guerra de Calderón declarada al narcotráfico arroja saldos alarmantes: un ejecutado cada hora en 2009 y 16815 ejecutados en lo que va del sexenio. Su fallida estrategia ha llevado a cabo enfrentamientos sin inteligencia por la vía de sacar al ejército a las calles y plazas públicas y militarizar al país, violando con ello la Constitución y los derechos humanos. El gobierno evade ir al fondo de las causas sociales que determinan la delincuencia y el crimen organizado: la pobreza, la miseria, el desempleo crónico y la falta de oportunidades para acceder a una vida digna.
En materia de finanzas públicas México está prácticamente quebrado. El gobierno se niega a emprender una reforma fiscal que grave más a quien más tiene y a las grandes fortunas. Por el contrario, con una economía petrolizada a la baja, sigue favoreciendo con cero impuestos a los grupos económicos de los que se sienten dueños de México, éstos mismos que gozan de regímenes especiales, catalogados como paraísos fiscales. En tanto, para el pueblo y sus trabajadores, nuevos y esquilmadores impuestos que anulan de inmediato los raquíticos e insuficientes incrementos a los salarios.
La soberanía del país se encuentra totalmente vulnerada. El gobierno ha sido incapaz de promover políticas públicas para utilizar el petróleo y a PEMEX como una palanca de desarrollo nacional, convirtiendo a México en un simple e incondicional abastecedor de petróleo a la economía estadounidense. Con el capital trasnacional que controla ya una tercera parte de la generación de energía eléctrica en México, sin importarle un bledo la evidente violación al artículo 27 constitucional. Con un campo arrasado y convertido en botín de las grandes trasnacionales, mientras millones de mexicanos continúan un éxodo interminable allende la frontera del norte, o son reclutados por el narcotráfico y la delincuencia organizada.
Los derechos humanos son materia muerta en México, en todos los órdenes: social, económico, político, ético, etc. A las mujeres que luchan por el derecho a decidir sobre su cuerpo y embarazo no deseado, la respuesta es la penalización del aborto. A los luchadores en contra de la depredación del medio ambiente, cárcel o asesinato. A quines defienden sus tierras, como los pobladores de Atenco, horrendas condenas de cárcel de 102 años. A los que defienden sus derechos individuales, cárcel y criminalización creciente de las luchas y a los luchadores sociales.
Los medios de comunicación, en manos y al servicio de la oligarquía, como Televisa y TV Azteca, vanagloriaron a Calderón como presidente del empleo, sin embargo, su gobierno ha sido de una vertiginosa debacle de la economía mexicana y un desempleo galopante que alcanza ya la cifra de 3 millones de mexicanos despedidos en lo que va del sexenio. Más de 70 millones de mexicanos viven en pobreza. Los jóvenes no encuentran ni educación ni trabajo. La industria nacional prácticamente ha desaparecido, sustituida por franquicias y la llamada economía informal, de la cual sobreviven más del 60 por ciento de la población ocupada en México, sobreexplotados y sin ninguna seguridad social.
A esta terrible situación fuimos condenados 44 mil familias electricistas con el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro. Con esta acción el gobierno ha violado la Constitución, la Ley Federal del Trabajo, la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica y convenios internacionales en material laboral, contando para ello con la complicidad de jueces venales y de consigna. Su objetivo: favorecer el gran negocio de la privatización de la industria eléctrica nacionalizada y de las redes eléctricas en el llamado triple play, así como preparar la antesala de una contrarreforma a la Ley Federal del Trabajo para hacer realidad el sueño de los grupos patronales: legalizar la sobreexplotación de millones de trabajadores mexicanos, convirtiéndoles en los esclavos modernos del siglo XXI con salarios de hambre y nulos derechos laborales.
Lo mismo en materia económica y social que en seguridad pública, el gobierno de Calderón constituye un rotundo fracaso. En otras condiciones, por simple vergüenza y dignidad, lo hubiera llevado a presentar su renuncia, sin embargo, para los poderosos grupos oligárquicos que lo impusieron, él tiene que continuar hasta consumar las contrarreformas estructurales en materia energética y laboral, y también para que en este año bicentenario de la independencia y la revolución, reprima el descontento popular, la rebeldía y el hartazgo de un pueblo que saldrá por millones a las calles a protestar en contra de los criminales impuestos, el alza a las gasolinas, gas, electricidad, avalados por los principales partidos políticos.
Todo indica que atrás de los yerros descomunales del gobierno de Calderón está el insano propósito de elevar los niveles de ingobernabilidad y conflictividad social en México, que le permita a la oligarquía y a su gobierno utilizar la fuerza de la represión para sofocar las protestas populares y las luchas de resistencia que crecen a lo largo y ancho del país. Con el ejército en las calles, so pretexto del combate a la delincuencia organizada, México avanza aceleradamente hacia una “colombianización” de su vida nacional, con un estado autoritario, represivo y de corte fascista.
Frente a los delirios de grandeza y la mediocridad del gobierno de derecha de Calderón, los trabajadores electricistas de Luz y Fuerza del Centro y agremiados al Sindicato Mexicano de Electricistas, decimos de cara a la Nación y la Pueblo de México, NO NOS VAMOS A RENDIR. A 86 días del golpe fascista, estamos dispuestos a resistir hasta las últimas consecuencias. No nos amedrentan los planes de represión y cárcel que Calderón anuncia en sus “documentos secretos”. Sabemos bien que pese a la campaña de exterminio difundida por televisión, radio y la mayoría de los periódicos, propiedad de los grupos oligárquicos del país, contamos con el respaldo del Pueblo de México. Somos millones, y somos más los mexicanos y mexicanas que estamos hartos de los malos gobernantes.
Por todo ello, estando de pie, convocamos a todos los mexicanos y mexicanas. A todas las organizaciones sociales y políticas, a los hombres y mujeres, a los jóvenes y estudiantes, a los colonos, a los campesinos e indígenas, a los pequeños y medianos empresarios, a los millones de desempleados, a los trabajadores migrantes y sus organizaciones, a los sectores progresistas de las iglesias, a todos sin importar sus diferencias y preferencias sexuales, para que organicemos el creciente descontento social y político para cambiar radicalmente el estado de cosas al que nos ha llevado el mal gobierno. Con el respaldo del pueblo y haciendo uso de nuestros derechos y garantías constitucionales, mediante la resistencia civil pacífica, sin caer en los actos de provocación planeados por el gobierno, venceremos. Porque tenemos la razón, porque somos dignos y porque no hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo soporte.
¡¡ALTO AL ALZA DE PRECIOS!!
¡¡AUMENTO SALARIAL DE EMERGENCIA!!
¡¡HUELGA DE PAGOS EN CONTRA DE LA CARESTIA!!
¡¡ALTO A LA REPRESION Y LIBERTAD A LOS PRESOS POLITICOS!!
¡¡TODOS A PREPARAR LA HUELGA NACIONAL!!
Fraternalmente:
“Por el Derecho y la Justicia del Trabajador”
México D.F. a 4 de Enero de 2010
Martín Esparza Flores
Secretario General
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