viernes, 3 de septiembre de 2010

Centenarios Festejos de Extravío de la SEP



Centenarios Festejos de Extravío de la SEP


Por Alfredo Velarde
Cualquier diccionario para estudiantes de primaria, de esos que no alcanzaron a comprar los atribulados padres de familia por los elevados costos de los útiles escolares en el inicio del nuevo ciclo académico para la educación básica, establece la fundamental distinción entre “festejo” (acción de regocijo público y/o privado por un acontecimiento que lo amerite a plenitud); y “conmemoración” (acto que supone establecer una memoria equilibrada o justa sobre lo acaecido, especialmente cuando lo que se conmemora detenta un influyente valor histórico).
Pero extrañamente, nada menos que quien se encuentra al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Alonso Lujambio, pasó de noche en lo que a comprender tal elemental diferenciación, casi de párvulos. En sentido contrario a lo señalado, el taimado señor secretario se dedica a adjetivar con reaccionaria virulencia el duro juicio histórico de quienes niegan, fundada y críticamente, que 200 años después del inicio del Movimiento de Independencia y a 100 del comienzo de la Revolución Mexicana, “no hay nada que festejar en nuestros centenarios”, por los lamentablemente objetivos resultados que el actual gobierno federal –y los recientes- entregan a la nación ensangrentada que hoy vivimos en el cumplimiento de las efemérides señaladas.
Precisamente el de “mezquinos y amargados” fueron los despectivos adjetivos de que se valió el desorientado e ignorante responsable de la SEP, para descalificar y concluir parcialmente tildando así, a quienes en sentido opuesto al suyo se desmarcan con toda razón a sus desfiguros declarativos y esfuerzos dignos de mejor causa, por hacer del parcial, antihistórico y trivial festejo de la canalla gobiernista, un simple espectáculo multimedia propio de los estudios Walt Disney para así culminar destrozando la historia e interpretándola al modo de los poderosos y materialistas (no precisamente dialécticos) intereses del capitalismo de compadres sufrido. No por accidente, el evento-marco en que Lujambio despotricó contra los críticos que proponen conmemorar luchando y no simplemente festejar (imbuidos más bien de un ánimo propio de descerebrados que tanto lo seducen), el extraviado secretario estuvo acompañado en el Salón Hispanoamericano de la SEP, nada menos que del embajador de los EUA, Carlos Pascual, quien vigilaba complacido la genuflexiones de espaldas a él que practicaba el secretario Lujambio, ante el imperialista representante foráneo.
La perorata del impertinente niño consentido de ese obtuso demonio del charrismo sindical y la corrupción galopante del SNTE que se llama Elba Esther Gordillo y del mínimo soldadito de plomo, Felipe Calderón, que como él nunca conoció una escuela pública, prácticamente pontificó que todo aquel que no celebre con “júbilo y alegría” los dolidos centenarios mexicanos que verdaderamente sirven para percibir el dramatismo de nuestro estancamiento generacional, en todos los órdenes de la nación, representan un “desperdicio imperdonable” en momentos en que para el Secretario de Espectáculos Patrios se impone con frenesí una necesidad, casi-casi vital, por repetir la conocida colección de mentiras nacionalistas oficiales hasta el punto de terminar por convertirlas en sacrosantas y fascistas “verdades” al gusto de los demagogos gobernantes.
¡De manera que a hacer la ola de la Coca Cola merced al generoso patrocinio de la empresa transnacional embotelladora de la chispa de la vida! ¡Al fin y al cabo que la SEP ya aceptó que siga la comida chatarra para los obesos y desnutridos niños mexicanos! ¿Festejaremos nuestros centenarios, acaso, con Sabritas y Doritos, Pepsis, Mirindas y Cocas? ¿Qué pueden pensar los padres de familia al respecto –nos preguntamos- de que un personaje tan obtuso y anodino, como Alonso Lujambio, sea el responsable de la educación escolar que sus hijos recibirán en los niveles primarios y secundarios públicos que nuevamente comienzan su ciclo escolar anual en medio de la vacua convocatoria a un festejo propio del Club de los Optimistas tal y como si fuésemos una Suiza de América y no un país en ruinas pletórico de explotación, injusticia y desigualdad?
Las anteriores preguntas valen, entonces, porque los excesos verbales del secretario, aplaudidos rabiar por un pletórico auditorio a modo de incondicionales, terminaron coronados por un convencido e increíble: “¡Vamos a festejar nuestra existencia, nuestro ser y nuestra cultura!”, acaso sin calibrar los negros y reales alcances de su involuntario humorismo al final dramático.
Pues preguntémonos ahora: ¿cuál existencia se festejará? ¿La de los 27 millones de estudiantes que regresan a clases sin un centavo en la bolsa de sus padres gastados por la inflación y el costo astronómico de sus útiles escolares? ¿La de quienes ni a la escuela van? ¿La de los niños y niñas indígenas, niños pobres que asisten a las normales rurales, con pocos maestros tan mal pagados como sus pares urbanos y sus propios padres arruinados? ¿Los de los “ninis” que ni a la escuela ni al trabajo tienen derecho en su edad formativa en medio de la tremenda vicisitud? ¿La de los hijos de los trabajadores urbanos despedidos y ahora sin salario como los del SME? ¿O acaso el secretario habla de las miserables e insuficientes “Becas del Centenario” para taparle el ojo al macho con la mentirosa retórica presidencial calderonista? ¿De qué “ser libre” ética y ontológicamente ponderado habló el optimista Lujambio? ¿Y a cual “cultura” apeló y en cuya defensa saltó el relamido personaje? ¿Pues en qué país vive usted y a qué intereses responde, señor secretario (necesariamente con minúsculas), para que en un solo evento pueda proferir tantas sandeces sin sentir pena por usted mismo y por el elevado ministerio educativo a su indigno cargo que requeriría más objetividad y un serio y responsable compromiso formativo al servicio de los que menos tienen? ¿Qué festejar entonces, preguntamos?




Fuente: Machetearte
Difusión: AMLOTV

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