viernes, 3 de septiembre de 2010

Un Alto Costo Comer Chatarra



Un Alto Costo Comer Chatarra


Por Gonzalo Lara
Desde hace unos meses se discute el asunto de la regulación de alimentos chatarra en las escuelas de educación básica. Ya es por mucha gente conocido que México ocupa el nada honroso primer lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos pasados de peso. Tres de cada diez niños tienen problemas de sobrepeso, lo que acarrea problemas de glucosa, cardiacos, de estima, etc. Estos niños obesos, seguramente sin quererlo, harán que en unos pocos años México pase a ser el primer lugar en obesidad. Si ahora es raro ver a una persona sin sobrepeso, dentro de poco lo será más.
Pero la población infantil no puede cargar con toda la responsabilidad de una epidemia de exceso de peso y enfermedades circundantes. Hay un conjunto de factores que intervienen, algunos de ellos muy poderosos y muy protegidos, como la industria de alimentos procesados asentada en México y por otro lado las secretarías de Educación, Salud y Economía. Durante muchos años las empresas dueñas de prácticamente todo lo que se puede encontrar en una tiendita y un supermercado, como Kellog’s, McCormick, Nestlé, Sigma Alimentos, Unilever, Pepsico, FEMSA-Coca-cola, Bimbo y una o dos más, bombardean a la agente (menores y adultos) con publicidad engañosa, imperiosa y fantasiosa acerca de las bondades de consumir su ejército de productos.
A partir de un acuerdo elaborado por industriales para industriales, el código Pabi (Publicidad de Alimentos y Bebidas No alcohólicas dirigida al Público Infantil), se supone que las empresas de alimentos y bebidas deben autoregular su publicidad a fin de dejar de engañar al consumidor. 40% de las empresas firmantes no lo están cumpliendo, y los apoya decididamente Jaime Zabludowsky, presidente de industriales agrupados en el Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico). Para él, la solución no está en sacar la comida chatarra (a la cual pide que ya no se llame así) de las escuelas. Según su visión Bimbo, Barcel, Coca Cola, Gamesa, Pepsico, Nestlé y Jugos del Valle, que pertenecen al Consejo, no tienen mucho que ver con la obesidad de los mexicanos, una cosa individual que cada quien debe atender.
Una imagen típica de nuestros tiempos es una persona bonachona, llenita (por no decir con sobrepeso) y su botella de refresco de medio o un litro en la mano. Dentro de los alimentos chatarra, los refrescos son los reyes: presentes desde el biberón del nene hasta la cuba del viejo. “Una botella de un litro de Coca Cola (con unos 140 gramos de azúcar) cuesta en la tienda diez pesos. El refresco es solo azúcar y agua (que el Estado casi regala a las empresas); así el kilo de azúcar cuesta, convertido en refresco, 64 pesos, pero según sea la presentación la cifra puede subir a 80 pesos.”
Los costos de comer mal son elevadísimos. El tratamiento de un diabético no cuesta menos de ocho mil pesos al año. Una persona mal nutrida y con sobrepeso es propensa a desarrollar diferentes tipos de diabetes desde la infancia, así como hipertensión, enfermedades cardiovasculares, presentar cuadros anémicos y está más expuesta a infartos. De manera inmediata, comer papas fritas, botanas, pizzas, hamburguesas, refrescos, jugos envasados, helados, sopas instantáneas, palomitas, cereales refinados y endulzados, pastelillos, galletas y caramelos es más barato que comer frijoles, calabazas, garbanzos, nueces, semillas, arroz, pan y galletas integrales (realmente integrales), aceite de oliva, aceitunas, nopales, frutas, hortalizas, soya, germinados, quesos y yogures naturales sin azúcar.
La comida que pone en riesgo la salud de las personas extiende sus tentáculos a lo que se supone que no es chatarra: productos enlatados, refinados, adicionados, light, endulzados y ultra saborizados. A la ya de por sí redonda figura que presentamos muchos mexicanos, hay que agregar que prácticamente todo lo que comemos todos los días pasa por aceite, incluido el pescado, y si es en la calle, es un aceite más malo que el de un carro viejo. Con las fritangas es lo mismo, casi todas son sumergidas en aceite negro. El arroz, en lugar de sólo hervirlo, como en oriente, se fríe y se satura de aceite. Los tacos, en casi cualquier estilo, tampoco se salvan. La lista puede continuar hasta que de tanta grasa den ganas de ir por una Coca. Comer mejor es más caro, pero no es imposible. Es más barato que tomar medicinas de por vida y que vivir con la carga de ver disminuida la calidad de vida de un familiar.




Fuente: Machetearte
Difusión: AMLOTV

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