jueves, 13 de enero de 2011

Gasoducto de la CFE podría dañar zonas de recarga de acuíferos del Popocatépetl

JAVIER PUGA MARTÍNEZ

La construcción de un gasoducto de 170 kilómetros y 122 centímetros de ancho entre los estados de Tlaxcala, Puebla y Morelos no sólo pondría en riesgo a los recursos naturales de la zona del volcán Popocatépetl, sino al propio proyecto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pues cruzará por una zona de alto riesgo ante la actividad del coloso.

La delimitación geográfica del proyecto se publicó en El Diario Oficial de la Federación en marzo del año pasado con el número RES/079/2010 y, de acuerdo con la Secretaría de Energía (Sener), se invertirán unos 10 mil millones de pesos en beneficio del sector industrial del valle de Cuernavaca y, en menor medida, de los habitantes de 13 municipios del oriente de Morelos.

En febrero de 2005, el Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder) de la Universidad Autónoma de Puebla presentó el “Modelo de ordenamiento ecológico y por riesgo eruptivo del territorio del volcán Popocatépetl y su zona de influencia”. El documento señala que el Popocatépetl es un centro importantísimo de absorción de agua para los estados de Puebla y Morelos, pues las aportaciones a los mantos acuíferos subterráneos por parte de los deshielos de glaciar alcanzan decenas de kilómetros de distancia del cono volcánico.

Además, agrega que los escurrimientos superficiales que provienen del volcán se desplazan principalmente por los ríos Cuautla y Yautepec, que llevan sus aguas hacia el valle de Cuernavaca y son tributarios, a su vez, del río Balsas.

Y es que de acuerdo con la Sener, en el documento “Perspectiva del mercado de gas natural 2010–2025”, es justamente en la zona de Cuautla y Yautepec en donde se pretende instalar dos termoeléctricas alimentadas por gas natural; de ahí también la importancia de construir el gasoducto, que tendrá un triple propósito: abastecer la demanda de gas a los parques industriales por los próximos 30 años, generar energía eléctrica para esos parques y para algunas poblaciones y evitar el transporte de este combustible ante el riesgo que representa, según la información general del Proyecto Integral Morelos.

“La CFE ha programado desarrollar dos centrales con capacidad de generación bruta de 660 megawatts cada una (Centro y Centro II) con un consumo máximo de gas natural de 120 millones de pies cúbicos diarios por cada central, mismas que se ubicarán tentativamente en la zona comprendida entre Yautepec y Cuautla, lo que incorporará un elemento más para dar viabilidad al proyecto”, cita el documento oficial.

Sin embargo, la región de Puebla donde cruzará el gasoducto –Cholula y Atlixco– está considerada como la de mayor riesgo por la actividad del Popocatépetl.

“Las constantes fumarolas que emite el volcán son una mezcla de vapor de agua, gases, cenizas, finas y en ocasiones partículas de roca incandescentes. Este último peligro es el que ha causado mayor impacto al medio ambiente, pues en las erupciones de mayor intensidad (1997, 1998, 2000 y 2001), algunos de estos fragmentos han provocado incendios forestales (unas mil 700 hectáreas de bosque están en peligro potencial por este peligro volcánico). Los principales gases que emite el volcán en sus fumarolas son vapor de agua, bióxido de azufre, monóxido y bióxido de carbono y varios ácidos, entre los que sobresalen el sulfhídrico, clorhídrico y el fluorhídrico. Tales sustancias pueden ser atrapadas por las cenizas que al permanecer en el aire y depositarse sobre el terreno”, señala parte del trabajo del Cupreder.

La oposición al gaseoducto que este lunes hizo el Consejo Regional en Defensa de la Vida y el Medio Ambiente, que agrupa a decenas de habitantes de 14 comunidades de la región de Cholula, que es por donde cruzará la tubería, por el daño que hará a sus tierras, no es aventurada y tiene un sustento científico, señalado por el propio Cupreder: “en los municipios volcaneros encontramos que 41.4 por ciento de las unidades de producción producen para el autoconsumo, mientras que las que producen para el mercado alcanzan 58.6 por ciento del total. Como se puede ver, todavía existen varias unidades de producción que no están orientadas al mercado, y que más bien cumplen una función cultural de reproducción, pero también nos sugiere que en esta zona se tiene un fuerte apego a la tierra”.

Fuente: La Jornada de Oriente

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