martes, 24 de noviembre de 2009

Las mujeres del SME



Las mujeres del SME

Ofrecen servicios de comedor y guardería para ayudar en la estrategia para evitar la extinción de LyFC

Lydiette Carrión


A un costado del antiguo auditorio del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se encuentra, semioculta, una pequeña cocina. Ahí, Rosy, jubilada, prepara decenas y decenas (tal vez cientos) de tortas con atún, papa y tomate, mientras dirige a otros seis ayudantes de cocina.

La cocina trabaja diario de 6 y media de la mañana a las 8 y media de la noche. Se ofrece café y una torta en el desayuno, y una comida con arroz, frijoles y algún tipo de guisado: huevo con ejotes, atún, tortas de coliflor o chilaquiles. Por la noche, dejan preparado el café a los cuidadores.

“Estamos aquí por nuestra voluntad”, refiere Rosy un poco a la defensiva. “Sin espera de agradecimiento ni nada”, e interrumpe la charla para solucionar un problema respecto a la falta de utensilios de cocina. Cuando regresa a su labor de rellenar los bolillos con atún, se le pregunta:

- ¿Cómo es ser mujer del SME?

- Es maravilloso. Somos mujeres de lucha, aguerridas. Estamos dando la lucha sin agredir.

- ¿Por qué están en el comedor?

- Para que los hombres resistan. Si no, les entra la depresión.

- ¿Y qué pasa en la casa?

- En la casa también tenemos que cumplir, hacer lo nuestro, lavar, cocinar, tener la ropa planchada-- y explica que tiene 13 nietos.

Al preguntarle sobre sus hijos, se detiene. “Eso no te lo contesto”, dice. “Es que todos los del SME tenemos desconfianza de los periódicos. A los narcos nos tratan mejor que a nosotros”.

Otra mujer, más joven, interviene, irónica. “Según los periódicos, nosotros somos los culpables de la pobreza del país”.

- ¿Cómo ha afectado eso a los niños?

- Muchos niños han sido despreciados en la propia escuela--, explica esta mujer, más joven.

Rosy relató el caso de una niña a la que le dijeron en la escuela: ‘qué lástima, qué desgracia que eres hija de un tal por cual electricista’.

Mónica Jiménez, coordinadora de Mujeres del Electricistas en Resistencia, explica en entrevista que se han presentado casos de niños que han sido expulsados de las escuelas o las guarderías por ser del SME. La campaña mediática en contra de los sindicalizados fue tan severa que los propios menores de edad han sufrido las consecuencias en sus escuelas o guarderías.

Aunque el caso de los niños es el más sensible, debido a que este rechazo lo viven en la etapa formativa, no es el único.

Mónica relata cómo, hace unas tres semanas, un contingente de unas 30 mujeres esmeítas decidió ir a botear y a pedir apoyos en especia a la central de abastos. Algunas de ellas fueron retenidas por los propios locatarios durante aproximadamente ¡cinco horas! Y forzadas a limpiar la flor para poder ser dejadas en libertad.

Sandra Aidé Sánchez Palacios levantó el área que otorga un servicio de guardería a las mujeres que tengan algún vínculo con el SME, ahora que muchas han perdido los servicios del IMSS o han tenido que sacar a sus hijos de guarderías particulares, debido a la falta de ingresos.

“Yo colaboro en Radio SME y a partir de las demandas, de que la gente estaba haciendo filas para los amparos, con los niños, observamos esta necesidad”. Además, refiere, “empezó este problema de que se acercaban las mensualidades de las escuelas”.

Sandra es una mujer joven. Licenciada en sicología, explica que en un principio esperaba que esta necesidad sería eventualmente atendida por los representantes. Pero ante la emergencia, se dio cuenta que no sería así. “Tenías que organizarte a partir de dónde eres funcional”. Y puso manos a la obra. Solicitó los permisos correspondientes y la dirigencia le otorgó toda el área del gimnasio. Pero casi todo --pañales, juguetes y demás instrumentos-- se concentra en un solo cuarto del gimnasio, con una pared de espejos y el piso suave. Ahí están los niños más pequeños. La gente del comedor ha facilitado que se proporcionen algunos alimentos.

Sandra aclara que este servicio no sustituye a las guarderías como tal, ya que en éstas los niños revisan colores, texturas y una serie de conocimientos. Ahí, en el gimnasio, “se les da el resguardo, pero no es un sustituto de guarderías”, explica Sandra.

Los únicos requisitos son: tener algo que ver con el SME y decir desde el momento en que lleven al niño quién lo va a recoger. “es lo único que no es negociable por teléfono”, explica Sandra. Además, ese edificio está particularmente resguardado.

La guardería lleva funcionando cuatro semanas; ha atendido a niños desde unos ocho meses hasta los nueve, 10 años. Hay voluntarios de todos los departamentos. Hombres y mujeres. Todos tienen algo que ver con niños: son padres de familia, educadoras, un médico, incluso un trabajador que pertenece a los scouts.

- ¿Cómo han sido las mujeres del SME?

- A mí me ha sorprendido mucho. Me parecía un mito urbano eso de que las mujeres eran el lado fuerte de los movimientos [sociales]. Pero me ha sorprendido el carácter de las mujeres.

Sandra explica que, desde que se dio a la tarea de armar este resguardo de infantes “vivo en la desinformación total”. Sólo ha podido poner una bocina para seguir escuchando radio SME. Pero las otras mujeres sí salen de pronto a las marchas y las movilizaciones “para levantar el ánimo”, dice. Aunque ella no lo necesita, por el momento. “A mí me queda claro que no voy a ir por la liquidación. Así sea la última que quede.

- ¿Qué dicen los del SME sobre sus compañeros que se liquidaron?

- Te puedo decir que en general hay mucha comprensión. Excepto contra aquellos dirigentes que desaparecieron después del decreto.


Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV

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