miércoles, 7 de abril de 2010

Calderón Vs. Monopolios

Fausto Fernández Ponte

07 abril 2010
ffponte@gmail.com

In fiernillo


Calderón Vs. Monopolios



Por Faustófeles





Lanza en ristre, Calderón

a monopolios ataca;

a éstos la crisis achaca

pa´ una justificación.







Fausto Fernández Ponte

La Verdad – diarios

A 6 de abril de 2010









La Columna del Director



Día Mundial de la Salud





Al compañero Samuel Sánchez Hernández, fallecido en su desempeño laboral.





Buenos días, amable lector: Se celebra el Día Mundial de la Salud y la ocasión da pie para reflexionar acerca de los problemas de salud pública en México, país poblado por unos 110 millones de personas que enfrentan desafíos sanitarios enormes.



Empero, esos desafíos no son siempre reconocidos por la inmensa mayoría de los mexicanos, como secuela de graves deficiencias en la pedagogía formal y, no se diga, también en la educación informal, la hogareñla, y la del entorno sociocultural.



Ek desafío mayor se representa en el hecho de que México es el país con el mayor número de obesos en el planeta, tante en número absoluto como porcentualmente; también ocupamos el primer sitial en diabetes, numérica y en lo porcentual.



Para tener una ideaaproximada delamagnitud del problema de diabetes, las estadísticas gubernamentales indican que el 12 por cieno de la población padece diabetes, aunque existe milloines de mexicanos que no saben que tienen esa patología.



Otro sitial de campeón que ocupa México es el de mayor número proporcional de desnutridos, dándose el caso paradójico de que son los obesos los que sufren las consecuencias de la desnutrición.



También monopolizamos el primer lugar en baja escolaridad, según las estadísticas de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, el llamado “club de países ricos”, al cual México, siendo pobre, se adhirió en |993.



Por supuesto también tenemos el campeonato en casos no resueltos de homicidios, toirtura, violación de derechos humanos, secuestros y desapariciones forzadas; además el 90 por ciento de los ilícitos cometidos no son aclarados ni resueltos.



A ello sumaríase que existe un mercado de compraventa de procuración e impartición de justicia y de que la corrupción en el ejercicio de potestades públicas, incluyendo las políticas y judiciales, es rampante, impune y, por tanto, cínica.



Gertz Manero consigna en su libre más reciente que pese a que los casos de homicidios, daños patrimoniales y otros delitos no son aclarados, la población carcelaria en México es, paradójicamente, una de las mayores en el mundo. El grueso es de inocentes.



Pero concentrémonos en la salud. Quizá por omisión –que parecería comisión criminal--, el Estado mexicano mantiene en marginación a millones de connacionales de los pueblos originarios, quienes padecen desnutrición y enfermedades y carecen de seguridad social.



Igual, estamos en los primeros lugares en la clasificación de países con mayor número de casos de sida, enfermedad que ya ha dejado de ser de la juventud y se ha extendido a otros estratos generacionales mayores. El sida en México alcanza proporción epidémica.



Las causales de esos azotes apocalípticos han sido localizadas desde hace varios años, pero son la obesidad, la diabetes y la desnutrición las más preocupantes pues nos hablan de patrones de consumo alarmantes. Consumimos mucha comida “chatarra”.



Las causales de ese consumo chatarrístico son obvias: la forma de organizaci´pon económica, de vena neoliberal, de abasto desregulado de bienes y servicios de dudoso beneficio a la salud del individuo y atentatorio contrfa la salud pública.



Es obvio que el Estado, como agente promotor de esta situación tan absurda, no actuará para modificar ésta; lo contrario: insiste en consolidar ese estilo de vida que sólo beneficia a grandes consorcios trasnacionales y grupos oligárquicos de México.



¿Qué opción nos queda? No consumir esos “alimentos”. Y ser más exigentes como consumidores. Si ello requiere boicotear ciertos bienes, ello debe hacerse sin indecisiones. La salud pública, ignorada por el Estado, no deja de ser asunto nuestro.

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