Por Ricardo Andrade Jardí
Fructuosos los intentos que los comentaristas de la telebasura hacen para condenar la mayúscula incapacidad del Procurador General de (in)Justicia del Estado de México (PGJEM) en el caso de la niña Paulette, sin mencionar al niño Televisa que se pretende futuro presidente de México. Peña Nieto es el responsable de la telenovela con tintes de tragicomedia que protagoniza la procuraduría estatal. Peña Nieto es el responsable de nombrar al sujeto que hoy está a la cabeza de esa institución donde la ciencia brilla por su ausencia al tiempo que la estupidez deslumbra hasta la ceguera.
Terrible es lo que sucede con el caso, donde la víctima, ya relegada a segundo plano, es tan sólo una niña. Caso que la telecracia telenovelera se ha encargado de llevarlo hasta lo más íntimo de nuestros hogares, para hacernos creer también que unos muertos deben dolernos más que otros.
¿Cuántos niños han sido asesinados en la “guerra contra el crimen organizado”? ¿Cuántos de estos niños han sido ejecutados por las balas disparadas por la estrategia del desgobierno federal? ¿Por qué los noticieros de la telecracia no nos informan cómo se empantanan las investigaciones en el caso de los homicidios de esos niños?
En fin… Ya lo escribíamos en colaboraciones anteriores, en los últimos años nos han educado en el dolor a los buenos (los ricos) y en el desprecio por los malos (todos los otros, que en el fondo somos nosotros mismos).
Chespirito, “la maestra” y la encubridora de violadores sexuales, de niños y niñas, jerarquía católica nos han educando en el desprecio a nosotros mismos y en la admiración por aquellos que, no importando cómo, han logrado el “éxito” que el sistema nos oferta.
Somos ya una nación sorda y ciega. Queremos lo que el vecino tiene y despreciamos todos nuestros logros. Logros que siempre serán insuficientes según los gustos que nos imponen.
No importa cuánto trabajemos (honradamente), nunca podremos satisfacer las necesidades que el sistema nos ha hecho saber que tenemos y peor aún pobres de aquellos que logren vivir sin ser parte de ese juego, o al menos intentando no serlo, pues el desprecio y la condena social serán absolutos.
El caso Paulette, más allá de la telenovela en que la telecracia y el procurador del Estado México lo han convertido, es revelador para el futuro del país: nos anuncia el tipo de impartición de injusticia que el niño Televisa ofrece, si su campaña telecrática por la primera magistratura tiene éxito, la cual lo tendrá, a menos que aparezca otro “galán” de telenovela que les garantice, si eso es posible, al empresariado chatarra de México y a la Casa Blanca, una mayor sumisión y entrega, que la que ya les ofrece el hoy gobernador del Estado de México, responsable directo del cochinero de IMPUNIDAD, con el que se anuncia el desenlace posible en la investigación por la muerte de la niña Paulette, puesto que la cabeza de la PGJEM es un nombramiento con responsabilidad absoluta del gobernador en turno, repito. Es decir de Peña Nieto, pues
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