Editorial
Lo mandaron llamar.
No deja de ser un tanto cuanto extraño que todos, las Autoridades de aquí y las Autoridades de los EEUU, hayan aceptado tan “de buen grado”, y hasta celebrado, la detención del confeso asesino del agente Jaime Zapata, cuando la versión de que confundieron a los agentes es poco creíble.
Se entiende que aquí se haya festejado tanto, que hasta hizo que Calderón le llamara a don Barak Obama para informarle de la detención.
Pero da la impresión de que el Presidente Obama y su Gabinete, la celebraron por conveniencia. Como si ellos supieran cual es la verdad y prefirieran aceptar como buena la versión, para que así no se buscara ya más.
Pues como informan que se desarrollaron los hechos, se continúa teniendo la impresión de que fue un auto-atentado de esos que acostumbran hacer los norteamericanos.
Y se puede entender por los discursos dados por el Procurador de Justicia de continuar el trabajo que realizaba, que en veces hay que sacrificar alguna pieza para ganar la guerra.
Sin soslayar que las fastuosas exequias hicieron recordar cuando los capos de antes mandaban ejecutar a un contrario y posteriormente se presentaban precedidos de enormes arreglos florales y honras.
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