De que la lana es la lana.
Haciendo recordar que muchos son los padres que a sus hijos les dicen: “Tú haz lo que yo te digo y no lo que yo hago”. El Gobierno federal ve frustrados sus intentos para que los ciudadanos confíen en las vacunas contra la influenza que por millones ha comprado, y permitan que se les aplique.
Sin soslayar que esas mismas vacunas son las que en Canadá han sido ya suspendidas por las reacciones secundarias que han presentado en un porcentaje significativo de personas, y que el propio Gobierno mexicano se ha encargado, tratando de curarse en salud por haberlas adquirido, de soslayarlas o minimizarlas.
Pero el negocio no les está saliendo bien a quienes nos gobiernan, pues resulta que los médicos y las enfermeras de varias partes del País, se están negando rotundamente a que se las apliquen, pues han observado, precisamente, las reacciones secundarias que han presentado.
Y como el Estado de Excepción que Felipe Calderón impuso suspendiendo las Garantías Individuales de todos los mexicanos, no contempla (todavía, pero vaya Usted a saber si en un futuro la situación cambie) el que los ciudadanos sean vacunados en contra de su voluntad. Y mucho menos cuando los encargados de aplicarlas se niegan rotundamente a que a ellos se las apliquen…
Seguramente que muchos millones de pesos se echarán a perder cuando estas lleguen a su fecha de caducidad…
A menos que hagan lo mismo que nos hicieron a nosotros los canadienses y las “coloquemos” con algunos ingenuos o negociantes que quieran ganarse una “una buena lana” atentando en contra de la salud de sus congéneres.
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