lunes, 19 de abril de 2010

Del toque de queda.


EDITORIAL


Del toque de queda.

El que el pasado fin de semana la Ciudad de Cuernavaca se haya paralizado a causa de un coreo electrónico en el que los ciudadanos eran conminados a no salir después de las 20:00 (virtualmente un toque de queda) por causa de un operativo que llevarían a cargo presuntos integrantes del Cártel del Golfo para eliminar a los llamados zetas.

Puede dar la lectura de que el Gobernador panista Marco Antonio Adame, al igual que lo hiciera el Alcalde de San Pedro Garza García, ya se ha arreglado con los narcos.

O que el señor Calderón y su gobierno fallido, ante la imposibilidad confesa de no poder con ellos, se les han unido (si no puedes con el enemigo únetele, dice el conocido y sabio refrán) y ha hecho lo propio.

Pues la Ciudad de la eterna Primavera quedó prácticamente desierta; sin que por supuesto se observaran los reforzados patrullajes que el Gobierno estatal anunció como réplica a los citados correos; y sin que finalmente pasara nada.

Y aunque el asunto se ha querido politizar (para variar) lo cierto es que la gente no salió a las calles, no tanto por el temor a las balaceras, pues los seres humanos somos lo suficientemente inconscientes como para seguirlo haciendo.

Sino por la esperanza de que de verdad alguien (quien sea, les da igual a los ciudadanos quien sea) le devuelva la tranquilidad al Estado.

Decía Abraham Lincon que “Cuando un Estado es incapaz de gobernarse da igual quien lo haga”.

Y eso es precisamente lo que ya está pasando en nuestro México, pues aunque el Gobierno federal lo niegue, hay Municipios y hasta Estados que ya son manejados por los narcotraficantes (ya hay hasta candidatos de los narcos) y la paz ha regresado.

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