lunes, 19 de abril de 2010

Violencia de Estado

Fausto Fernández Ponte

19 abril 2010
ffponte@gmail.com

Asimetrías


Violencia de Estado


Por Fausto Fernández Ponte




“El gobierno no genera violencia”.

Fernando Gómez Mont,

Secretario del despacho de Goberrnación..





I

La afirmación del señor Gómez Mont es conceptualmente una negativa, pero en otros términos –a la luz de las ciencias políticas y sociales y la mismísima experiencia histórica-- el Estado, todo Estado, genera violencia, Son, pues, múltiples negativas.



Niega, no sólo lo elemental –lo cual ofende la inteligencia de los mexicanos—, sino también lo trascendente; es decir, omite la obviedad de la práctica potestataria de un Estado de ejercer violencia económica, política, social e incluso cultural.



Ello es intrínseco –inherente— a la naturaleza del Estado mismo. Caso en punto es la violencia económica desatada por el Estado mediante acciones que siendo legales, moral, política y socialmente sean opuestas a las premisas jurídcas.



Véase, si no:



En éstos tiempos y desde hace casi tres décadas, el Estado practica violencia –que antójase extrema y espectacularmente dramática— en lo económico, con secuelas corrosivas en lo social y hasta en lo histórico cultural, vis-a-vis la cultura del poder.

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Ese es un verismo insoslayable; es una realidad tan abrumadora que son pocos los mexicanos –quizá Carlos Slim y los demás megaoligarcas y los personeros del poder político del Estado, que conforman una élite parásita— los que la pueden ignorar.



II

Pero el pueblo de México no la puede ignorar, pues está inserta en ella, atrapada irremisiblemente, sometida y desfalleciente, desesperanzada y cautiva en su quehacer de producir riqueza y plusvalía para el Estado y que los megaoligarcas se apropian.

Éstos, incluso, con la complicidad activa de aquél --del Estado— se aprestan a reformar a modo las leyes laborales para sojuzgar e inmovilizar aun más a los creadores de riqueza y plusvalía y apropiarse éstas sin mayores convencionalismos legales.



Y no sólo eso:



Uno, el descontrol y falta de correspondencia en la producción y abasto de bienes y servicios de consumo básico, así como la exacción desalmada del ciudadano mediante impuestos que aumentan y se multiplican sin contemplaciones ni planificación racional.



Dos, la incontrolada espiral inflacionaria que se manifiesta, por un lado, en los precios de los alimentos y medicinas y el suministro de servicios esenciales como los de gas,m electricidad, etc., y por otro, en los ingresos y el costo de la vida.



Tres, la creciente dependencia alimentaria de los mexicanos con respecto a Estados Unidos, que esa el principal proveedor del grueso de lo que comemos, lo que bebemos (medicamentos incluidos) y hasta lo que consumimos culturalmente (cine, televisión)..



Cuatro, la desaparición de los subsidios a los combustibles, cuyo aumento de precios periódico son un vector inflacionario que el Estado rechaza, absurdamente, como tal o, en elmejor de los casos,minimiza.



Cinco, los impuestos nuevos y las subidas a los ya creados, cuyo destino ignoramos aunque vemos su dispendio cínico y ostentoso en el Estado, incluyendo las campañas de proselitismo electoral que no nos ofrecen esperanzas de mejoría.



III



Enumeremos otros ejemplos de violencia económica del Estado en agravio de los mexicanos:



Seis: la intensificación cuantitativa y cualitativa de la marginación –expresión fiel de desigualdad e injusticia y una ausencia execrable de solidaridad social del Estado— agudizada por los agentes que se representan en el desempleo y el subempleo.



Siete, Esa marginación es lacerante. Estratos enteros de la sociedad mutan de condición y de clases medias con anhelos a mayor movilidad descienden al umbral de la proletarización y los proletarios bajan aun mas, a los confines del lumpenproletariado.



Pero si eso no es violencia –violencia ecoinómica-- generada por el Estado y su gobierno, ofrezcámosle al señor Gómez Mont otra muestra: los jóvenes víctimas de esas política violenta, sin empleo y sin esperanza, engrosan las filas del narco.



Pero, ¿quién causa esa violencia? No los jóvenes sicarios en pos de oportunidades de ganarse la vida,empujados a la delincuencia por el Estado. ¿Lo sabrá el señor Gómez Mont? ¿Y su jefe, el Presidente de Facto, Felipe Calderón?



ffponte@gmail.

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