miércoles, 5 de mayo de 2010

Del cisma que viene.


EDITORIAL


Del cisma que viene.

Las contundentes evidencias de fotos y cartas firmadas por Juan Pablo II y Benedictus XVI que han demostrado claramente la complicidad del Vaticano en los asuntos de protección a pederastas que por el mundo se han destapado.

Dieron como misil directamente abajo la línea de flotación de la propia silla papal; y el Vaticano, con todas sus mal habidas riquezas, se está irremisiblemente hundiendo.

Y si bien es cierto que habiendo muerto en 1991 Marcel Lefebvre, por el momento no se vislumbra un líder como en su momento lo fue Martín Lutero, de todas maneras la Iglesia Judía de Roma se tambalea.

Por lo que es de esperarse de un momento a otro un fuerte y drástico rompimiento, entre los que quieren seguir operando bajo las aberrantes reglas de convivencia que prevalecen en el Vaticano hoy en día, especialmente el celibato, la prohibición del matrimonio y la aberrante discriminación hacia las mujeres.

Y los que formarán una nueva iglesia; lamentablemente basada en la misma pantomima cristiana (fraude sería más propio) que finalmente aglutinará a los inconformes y a los numerosos decepcionados.

Pero aún en el caso de no formarse esta “nueva” iglesia, el daño hecho por los pederastas es irreversible. La mayoría de las ovejas, a falta de otro pastor, dejarán a un lado las cristianas creencias inculcadas y jamás razonadas.

Quizá iniciando una nueva Era en la que el Hombre dejará de ser doblemente sabio (Hommo Sapiens Sapiens) lo que no le ha servido de mucho, y se convertirá en un Hommo Consciente.

Que deje de adorar a los dioses de pacotilla que para nada le han servido a la humanidad (como no sea para enriquecer a unos cuantos) y se avoque al respeto de La Madre Tierra

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