Diversos diputados y diputadas integrantes del movimiento en defensa de la economía popular hemos decidido acudir con los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a manifestarles nuestra gran preocupación en torno al inconstitucional decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro y al desahogo del amparo interpuesto por el Sindicato Mexicano de Electricistas.
El decreto contraviene el orden legislativo debido a que viola flagrantemente la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica y pasa por encima del Poder Legislativo. Atenta contra los derechos del Sindicato Mexicano de Electricistas y sus trabajadores y no permite a la Auditoría Superior llevar a cabo sus funciones.
Mientras tanto, los huelguistas de hambre del Sindicato Mexicano de Electricistas enfrentan varios dilemas de índole político, económico y moral, además del problema de salud que su decisión ha propiciado. Sin embargo, se mantienen firmes, convencidos de que su lucha es justa y que, al final, ganarán.
Para muchos —incluida, a veces, la misma familia— puede resultar incomprensible este camino que pone en riesgo la vida de quien opta por él. De inicio, los electricistas tienen que enfrentar la incredulidad y la indiferencia de una sociedad teledirigida, que está enterada de la huelga de hambre de un disidente cubano, pero no de la que llevan a cabo estos mexicanos.
Para algunos, lo más fácil hubiera sido tragarse la humillación del gobierno, que los acusó dolosamente de incompetentes y corruptos mediante una campaña mediática pagada con dinero público, y que incluso llegó al extremo de culparlos del desastre de la Compañía de Luz y Fuerza, cuando ellos no eran responsables de la administración.
Los huelguistas de hambre del SME son gente que ama lo que hacía, aunque muchos no se habían dado cuenta hasta que les fue arrebatado; también aman a su organización sindical y a su país. Hoy están más informados, conscientes y, por consiguiente, más politizados. Hoy son más solidarios con los demás. Hoy son mejores hombres y mujeres que cuando decidieron instalar sus campamentos en la plancha del Zócalo del DF. Esta experiencia ha marcado sus vidas de manera definitiva. Hoy entienden la diferencia entre el éxito y la trascendencia, que nada tiene que ver con la capacidad económica. Hoy son ejemplo que nutre.
Los huelguistas de hambre del SME son mujeres y hombres con dignidad, que ven mucho más allá de lo inmediato. Defienden legítimamente su fuente de trabajo y su proyecto de vida, tal como lo hicieron en su momento algunos de sus padres y abuelos, que también fueron electricistas, pero entienden que la lucha rebasa el ámbito estrictamente laboral y trasciende el aspecto individual. Saben que su sacrificio personal y familiar es en pro de la colectividad. De sus compañeros, del sindicato y de la nación.
Tales son algunos de mis apuntes y conclusiones, después de platicar durante varias horas con electricistas en huelga de hambre, la noche del sábado 26 de junio. Larga fue la conversación con Miguel Márquez Ríos, Gregorio Ernesto Paredes Gómez y Juan Carlos Trejo, que ese día cumplían 55 días consumiendo solamente agua, suero oral y miel de abeja. Hasta esa fecha permanecían 20 hombres y tres mujeres en sus campamentos, pero uno de ellos tuvo que ser trasladado en ambulancia a un hospital, después de 59 días de resistencia: Rodrigo Daniel Gutiérrez Villegas.
La frase de uno de los que continúan en huelga de hambre resume el sentir de sus compañeros: “El hambre nos tira, pero la dignidad nos levanta”.
Fuente: El Universal
Difusión: Soberanía Popular
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