lunes, 6 de diciembre de 2010

La trampa cambiaria




La trampa cambiaria

Un dólar que se mantiene a un precio bajo con respecto al peso en apariencia es algo bueno para muchos. Sin embargo, especialistas afirman que el tipo de cambio actual es potencialmente peligroso y podría ocasionar graves problemas para la economía del país.

¿Seguir con una política de puertas abiertas a la invasión de capital especulativo principalmente de los Estados Unidos? o ¿empezar a meter candados a este flujo de billetes verdes que está alcanzando montos récord?

Esa, parece ser ahora la cuestión.

Una versión en la economía del dilema shakesperiano del ser o no ser.

Y es que la entrada irrestricta de dólares del exterior, algo que parece bueno en la superficie, corre el riesgo de convertirse en un problema grave para la economía.

Estos ingresos de dólares, al aumentar la oferta de billetes verdes están abaratando la divisa que ya bajó a 12.30 pesos, de la misma manera que el aumento del abasto de cualquier producto o servicio reduce su precio.

Sin embargo el mecanismo tiene una trampa.

Como lo saben bien las amas de casa que viajan a las tiendas de las ciudades tejanas de McAllen, Laredo o El Paso, un dólar barato aumenta el apetito por las importaciones.

No obstante, lo que es bueno para los gustosos compradores o los comerciantes de Texas, es malo para las empresas mexicanas y sus trabajadores, ya que ha preferencia por los productos fabricados en otras partes del mundo en lugar de los hechos en casa.

Más importaciones significa menos actividad económica para México y porsupuesto menos empleo. Ahí está el primer indicio de la trampa.

Pero aquí no termina el impacto negativo del mar de dólares que está ingresando a México.

De no contenerse ese abaratamiento de la divisa norteamericana, otros afectados son los exportadores, que no son felices recibiendo por cada producto que colocan en Estados Unidos 12.30 pesos ahora en lugar de 14.30 pesos en marzo de 2009.

El abaratamiento del dólar, de 14 por ciento en ese lapso, significa un 14 por ciento menos de ingresos para estas empresas. Menos ventas significan menos empleo y menos actividad productiva para México.

Algo bueno en la superficie, como el mayor ingreso de dólares a la circulación de la economía mexicana, golpea a la planta productiva nacional restándole el dinamismo para generar empleo y bienestar.

Sin embargo esta trampa es sólo la punta del iceberg de otros problemas.

Por ejemplo, tales ingresos son volátiles y así como llegaron pueden esfumarse generando perturbaciones en la economía mexicana.

Y existe otro problema.

La masa de liquidez que llega a la economía al convertirse los dólares a pesos tiene que ser desactivada, esterilizada, para no generar presiones de demanda.

Lo anterior porque cuando los dólares se cambian a pesos significa más capacidad de compra sobre una oferta de bienes que no puede crecer a la misma velocidad.

¿Cómo se cocinó esta trampa cambiaria? ¿hay manera de revertirla?

¿Cómo está jugando sus cartas Agustín Carstens, el mandamás del Banco de México en el tablero de la economía y qué consecuencias puede tener para el país?

Veamos.




Fueron los señores de Wall Street y, más concretamente los hombres de traje y corbata de la Reserva Federal de los Estados Unidos, quienes originaron este enredo.

¿Cómo se montó esta trampa en la que México ha caído?

La razón principal es que la economía estadounidense no despierta. La administración de Barack Obama ha perdido el sueño buscando la forma de remontar el alto desempleo, que golpea a casi el 10 por ciento de la fuerza laboral.

Tras ensayar varias recetas fallidas la Casa Blanca decidió este año inyectar cientos de miles de millones de dólares adicionales a la economía para despertarla del letargo.

Pusieron a trabajar horas extras la máquina de fabricar billetes para convencer a consumidores de gastar más y a las empresas de invertir en nuevos proyectos y así crecer y generar el anhelado empleo.

En noviembre pasado luego de ver indicadores titubeantes de la actividad productiva y tras sufrir un revés en las elecciones legislativas, la administración de Obama tomó una decisión atrevida.

Decidió inyectar 600 mil millones de dólares de liquidez adicional a la economía para reanimar a la decaída economía de los Estados Unidos. Era el segundo tratamiento de ese tipo en menos de dos años

La forma como han reaccionado los inversionistas aceitó aún más el engranaje de la trampa cambiaria en la que cayó México.

Aunque aún está por verse si la estrategia de Obama tendrá éxito, los tesoreros de las compañías, los poderosos fondos de inversión y hasta los pequeños inversionistas voltearon los ojos hacia los países emergentes.

Y lo hicieron desde antes de que la Casa Blanca anunciara la nueva inyección de liquidez.

Como suele suceder en los mercados, ante una medida prevista por los analistas de Wall Street, anticipadamente reaccionaron invirtiendo la abundante liquidez en países como Brasil y México .

Así se aceleró el alud de dólares que ingresó a nuestro país. En los primeros seis meses del año entraron casi 16 mil millones de dólares de estos capitales especulativos, casi lo mismo que todo el año pasado.

El monto supera con creces a los cerca de 5 mil millones de dólares de este tipo de inversión volátil que entró a México en el 2008, el año que explotó la crisis.

El ingreso de capitales especulativos a México se inició desde el primer trimestre del año pasado, cuando Wall Street volteó los ojos hacia nuestro país para escapar de la incertidumbre de la economía estadounidense.

El anzuelo picó fuerte por otra razón. Los rendimientos en los instrumentos de inversión de renta fija de los Estados Unidos cayeron a niveles récord, una medida desesperada de la Reserva Federal que buscó alentar la inversión con un bajo costo del crédito, pero que desanimó a los inversionistas norteamericanos.

Con la expectativa de un dólar estable en México los inversionistas extranjeros, presurosos, se aprestaron a invertir en instrumentos mexicanos que les ofrecían hasta un 8 por ciento de rendimiento anual contra menos del 2 por ciento en los Estados Unidos.

La expectativa de ganancias era jugosa. “Si el dólar no se devalúa en México y se mantiene sin cambio”, razonaron, “un instrumento de deuda mexicana que diera el 8 por ciento en pesos implicaría un rendimiento neto de 8 por ciento en dólares”.

Pero les fue aún mejor. El alud de divisas hacia México abarató el dólar. De marzo del año pasado a la fecha el billete verde bajo de precio un 13 por ciento, de 14.2 a 12.3 pesos.

Un inversionista que en marzo de 2009 metió un millón de dólares a México, en esa fecha con el dólar a 14.2 pesos, recibió un millón 420 mil pesos, los cuales invirtió en algún lugar.

Si quiso ahora regresar su dinero a Estados Unidos, luego de un año y siete meses, por el millón 420 mil pesos, a 12. 3 pesos el dólar, le devolvieron más: un millón 154 mil dólares.

Una ganancia de 15.4 por ciento en dólares, nada mal si se toma en cuenta que este premio cambiario fue adicional al rendimiento de la inversión que obtuvo neto.

De manera que la expectativa confirmada de ganancias cambiarias, junto con rendimientos muy superiores a los obtenidos en los Estados Unidos, ha sido música para los oídos no sólo para el inversionista de Wall Street sino para el del resto del mundo.

¿Entonces, donde está el problema?

En las consecuencias de la trampa.


NO HAY FREE LUNCH



“No hay free lunch” (comida gratis) decía el economista Milton Friedman, en una frase que viene como anillo al dedo para la secuela de acontecimientos que está detonando la inversión especulativa que está llegando a México.

Y es que mientras los inversionistas extranjeros se están regodeando con ganancias de Ripley, las autoridades del Banco de México, encabezadas por Agustín Carstens, están buscando la forma de encontrarle la cuadratura al círculo.

La baja del dólar, es decir un peso revaluado, eleva las importaciones desplazando de los anaqueles a productos mexicanos, no sólo en las tiendas de los Estados Unidos sino también en en territorio nacional.

El costo es menos empleo y menos actividad económica.


El sector más golpeado, no obstante, es el de los exportadores, quienes se ven obligados con un dólar abaratado a recibir menos pesos por cada billete verde comparado con antes de que se detonara la entrada de capitales especulativos a nuestro país.

Ahí no terminan los problemas.

Los 16 mil millones de dólares que ingresaron a México principalmente de los Estados Unidos –dinero volátil, especulativo- en los primeros seis meses del año, obviamente deben cambiarse a pesos para ser invertidos, ya sea en valores del gobierno como Cetes, en títulos de las empresas mexicanas, en la bolsa, en bienes raíces o en cualquier otra opción de inversión.

Meter este monto millonario de dólares ya traducido a pesos a la circulación del sistema económico, tiene como consecuencia introducir más dinero, más liquidez a la economía.

Más significa mejor en muchos casos. Aquí no necesariamente.

El incremento de dinero circulante tiene como consecuencia que más dinero persigue a una cantidad de bienes y servicios que es relativamente fija en el corto plazo, de modo que equivale a mayor presión sobre los precios.

Así las cosas, el Banco de México se ve obligado a esterilizar parte de este dinero que ingresó originalmente como dólares y se convierte en pesos.

La forma de hacerlo, de retirar dinero de la circulación para no detonar un alza de precios, es vender valores del gobierno, CETES. La gente entrega dinero, que es esterilizado por la autoridad monetaria, a cambio de un papel que es un instrumento de inversión.

Los rendimientos jugosos de los inversionistas extranjeros tienen que salir de algún lado.

De modo que el reverso de la moneda de rendimientos elevados para los inversionistas, son papeles que pagan costos considerados altos e impactan el presupuesto del gobierno si se trata de Cetes o de las empresas si son colocaciones de deuda privada.

Así las cosas, está claro que los capitales especulativos conducen a un aumento de las importaciones y una caída de las exportaciones, que impactan el empleo y el crecimiento; a presiones inflacionarias y a costos crecientes para las emisores públicos o privados.

¿Qué hacer? ¿Hay alguna manera de salir del enredo?



TRATO “AMIGABLE”

La frase trato amigable, implícita en la conducta del mandamás de Banxico Agustín Carstens, es clave para comprender los entretelones de la óptica para tratar a los inversionistas especulativos.

Se trata de no perturbar al inversionista extranjero, de dejar las puertas abiertas de par en par, con la idea de no generar distorsiones en los mercados.

Hasta ahora las medidas utilizadas por Banxico significan que no hay freno al ingreso de capitales especulativos del exterior.

Se relacionan, más bien, con dos acciones.

La primera es retirar parte de los dólares que llegan mediante compras de instrumentos financieros derivados, y la segunda mediante compras directas de billetes verdes en el mercado que en ambos casos va hacia un alza de las reservas.

Con estos mecanismos las reservas internacionales del Banco de México han rebasado los 100 mil millones de dólares.

Carstens, como una tercera medida, se ha preocupado por retirar dinero de la circulación que entró a México como dólares, para atenuar los efectos inflacionarios, a través de la venta de Cetes.

La pregunta de fondo es: ¿es suficiente todo eso?

El cuestionamiento exhibe lo que pueden ser errores graves en la política de Banxico relativa a los capitales especulativos.

Evidentemente México no puede hacer nada para evitar el incremento descomunal de la liquidez en los Estados Unidos, el origen último de la trampa cambiaria

Es imposible contener el direccionamiento de esa liquidez generada en los Estados Unidos hacia los países emergentes como México y Brasil por el atractivo que representa en los rendimientos.

También poco puede hacerse para eliminar las presiones a la baja del dólar en el mundo.

Entonces, ¿hay manera de salir del enredo?



¿QUÉ HACER?


Para muchos la tendencia del abaratamiento del dólar en México, es decir de la revaluación o apreciación del peso, amerita que se tomen otras medidas.

Sobre todo por un factor que se ha convertido en una alerta. Que el peso se encuentra sobrevaluado ya alrededor del 9 por ciento frente al dólar, es decir el dólar está 9 por ciento más barato que lo que debería estar de acuerdo a los indicadores técnicos.

Esto nos remite a la pregunta de fondo:

¿Desea el Banco de México contener ese abaratamiento? ¿o se siente cómodo con un dólar barato?

¿Prefiere agradar a la población sobre todo a las clases medias con un dólar barato y mantener a raya el costo de los bienes importados aún a costa de afectar la planta productiva y el empleo por el impacto en el sector exportador?

Si así fuera, veremos en los siguientes meses una continuación de la tendencia de baja de precio del dólar. Los economistas de HSBC prevén un nivel de 11.8 pesos para el año entrante.

Esto implicaría una sobrevaluación de la moneda mexicana frente al dólar cercano al 16 por ciento, nivel que significa luces rojas para el sector exportador.

El asunto, se ubica por ahora en el centro del debate sobre la política cambiaria y no hay ninguna duda que debe ser discutido con amplitud.

Otros países han enfrentado el asunto con otra óptica, no tan amigable como Carstens.

Brasil estableció un impuesto a la entrada de capitales y redujo la tasa de interés al capital volátil. Chile fijó un criterio de permanencia, un costo más alto para la estadía del dinero extranjero en el país si no garantiza que se quedará en el territorio más de un año.

Japón fue más agresivo comprando más de 20 mil millones de dólares en el mercado a fin de contener la tendencia a la revaluación del Yen frente a la divisa de los Estados Unidos, buscando encarecer el dólar.

Ha sido China la nación que ha puesto al cascabel al gato. El país asiático ha comprado cantidades exorbitantes de dólares, que ha acumulado en sus reservas, a fin de mantener alto el valor de la moneda norteamericana.

El país que fue de Mao es la nación acreedora más importante de los Estados Unidos.

Lo que ha obtenido mediante esta política es un yuan subvaluado en por lo menos un 20 por ciento lo que le ha generado ventajas formidables para inundar de exportaciones al mundo no sólo a los Estados Unidos.

¿Debe México avanzar un paso o más en la política del trato amigable a los capitales especulativos?

Y es que aún con 100 mil millones de dólares de reservas este monto representa, según HSBC un 9.8 por ciento del PIB contra 15 por ciento en Brasil y 50 por ciento en Tailandia.

Lo cierto es que continuar abaratando el dólar convertiría la política cambiaria en no amigable para el exportador y para el crecimiento económico para el empleo aunque si tolerante para el capital especulativo.

Situación que se complica porque frente a un trato amigable para la inversión especulativa hay evidencia de una conducta menos amistosa para la inversión extranjera directa, la cual ha bajado en los últimos años.

La inversión extranjera de México, nación que cayó del lugar 18 al 24 como nación receptora de capitales en el mundo, representa sólo el 1.25 por ciento de la derrama global abajo de países como Brasil, Chile, Francia y por supuesto China.

Además, de continuar bajando el dólar, se eleva el riesgo del escenario de una salida intempestiva de capitales especulativos.

Se trataría de una pesadilla para el país.


Si los capitales huyeran por un alza en la tasa de interés en los Estados Unidos, por la explosión del problema de Irlanda o un estallido de la deuda en España, se gestaría una secuela corrosiva para la economía mexicana.

México se vería obligado a encarecer el dólar y elevar las tasas de interés lo que impactaría el crédito, golpearía la inversión y afectaría la actividad productiva.

Finalmente, la cuestión no es sólo encontrar la cuadratura del círculo para la política cambiaria, que se convierta en promotora del empleo y del crecimiento.

Se trata de despertar las fuerzas de la productividad y la competitividad, aletargadas por las reformas siempre propuestas, las discordias a la orden del día y la crisis de liderazgo.

Se trata, en suma, de ser amigo de todos los mexicanos.





Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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