martes, 21 de septiembre de 2010

¿Habrá quien sepa qué es en realidad el “estado laico mexicano?




¿Habrá quien sepa qué es en

realidad el “estado laico mexicano?

MANUEL MAGAÑA CONTRERAS

(Exclusivo para Voces del Periodista)


Sin propósito alguno de incomodar a alguien, sino con la meta - como se dice ahora - de “transparentar” la palabra ”laicismo” que toca uno de los puntos claves de nuestra historia nacional y por lo cual fueron libradas la Guerra de Tres Años o de Reforma, y hubo que afrontar la intervención francesa en el Siglo XIX, toco el tema desde una perspectiva exenta de partidarismos, como debe ser toda labor periodística destinada a servir con la información, el análisis y la conclusión.



A 150 años del triunfo de las armas liberales -el 22 de diciembre de 1860-, con la victoria en Calpulpan, Estado de México, de las fuerzas liberales al mando del general Jesús González Ortega, lo que le abrió las puertas a don Benito Juárez que entró triunfante a la capital mexicana en 1861, quienes ahora se dicen sucesores de los creadores del Estado mexicano se manifiestan inconformes, insatisfechos y hasta un tanto frustrados de que “el Estado Laico mexicano”, a siglo y medio de distancia, no sea una plena realidad.



La palabra laicismo y el concepto de Estado Laico en México parece que se han convertido en una especie de fantasma que atormenta a los políticos mercantilistas de hoy -el PRD chuchista, para más señas -, y pretenden revivir algo que superó la tolerancia en los tiempos del presidente Porfirio Díaz, primero, y después con los regímenes de la Revolución mexicana, al término del cuatrienio del presidente Plutarco Elías Calles.


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“Estado Laico” en el nombre de Dios



¿“Estado Laico” quiere decir “estado antirreligioso”? La historia de México nos ilustra sobre este punto y por ejemplo, en el Diccionario Porrúa, página 930, Tomo I, 6ª. Ed. 1965, nos encontramos con que los creadores del Estado Laico mexicano, además de reconocer los Derechos del Hombre, promulgaron la Constitución de 1857 “en nombre de Dios y con la autoridad del Pueblo”. Un pueblo, en su mayoría profundamente creyente, a partir de las dos ramas de las que procede, la indígena y la española.



En los textos de historia de México, donde se toca el tema de la Guerra de Reforma o de Tres Años, se asienta que los ejércitos liberales, sostenedores de don Benito Juárez, tenían como lema, la frase: “Dios y Libertad”.



El Estado Laico mexicano nace bajo el impulso de ideólogos formados en las filas de las instituciones educativas eclesiástica. Melchor Ocampo, Valentín Gómez Farías, Juan de Dios Cañedo, Benito Juárez, León Guzmán, etcétera se formaron en planteles educativos donde la idea de Dios era el centro de las tareas docentes.



Se dice que el laicismo del Estado mexicano, que creó los conflictos armados en el Siglo XIX, procede de la injerencia calvinista del Destino Manifiesto en su lucha por desculturizar a la América Latina para sustituir al catolicismo por sectas protestantes.



Pragmatismo porfirista, la tolerancia



La injerencia externa del monroísmo calvinista dio como resultado que pacíficamente no fuera posible la aplicación de un laicismo concebido con un agresivo encono a las creencias del pueblo mexicano.



No existe el propósito de remover los rescoldos de aquella época que dividió a los mexicanos. El país después de los dos grandes conflictos que sucedieron a la invasión de 1846-1848, quedó maltrecho y la llamada “paz porfiriana” vino a ser como un gran bálsamo que curó heridas en medio de la querella nacional por un impreciso laicismo que se presta a toda clase de interpretaciones, desde lo más positivo, hasta el extremo contrario de lo negativo.



Después de consumada la Independencia de México, nuestro país no estuvo en paz por la manipulación extranjera en las cuestiones Iglesia-Estado desde la perspectiva de un Patronato Nacional -que pretendió ser repetición del Real Patronato de España-, que jamás se concretó en medio de más de medio centenar de gobernantes que hubo entre 1821 y el triunfo de la República sobre el imperio de Maximiliano.

El presidente Porfirio Díaz, desde el punto de vista del bien de México, procedió en la forma adecuada, al decidirse por la tolerancia para las relaciones de Estado-Iglesia, sobre lo cual, a pesar de los 150 años transcurridos de 1860 a la fecha, no se ha llegado al establecimiento de la tesis que haga posible poner fin a una querella que ya debe ser cosa del pasado, con base en ell reconocimiento de deberes derechos de la Iglesia y el Estado, a partir de los derechos del ciudadano mexicano, no únicamente a creer en la fe transmitida por nuestros ancestros, sino a practicarla y a ser orientados por la jerarquía que dirige sus enseñanzas a la conciencia del individuo, sin que ello implique intromisiones en lo que al Estado corresponde en legítimo derecho.



A la tolerancia practicada en el pasado, debe sucederle la estructuración de una tesis. Para ello se necesita el valor y la sinceridad más profunda en el corazón de lo mexicanos y de sus gobernantes y guías espirituales, prescindiendo de abrir heridas que debemos reconocer, están impresas en nuestra historia que es la maestra de la vida tanto en las personas como en los pueblos.



¿Qué es el laicismo?


En pleno Siglo XXI, a la palabra laicismo se le dan muchas interpretaciones, de acuerdo a la conveniencia de políticos mercaderes como los “chuchos” y sus profetas que quieren sacar provecho con “la defensa” del “estado laico”, al cual nadie se opone, puesto que dentro de la misma Iglesia, después del Concilio Ecuménico Vaticano II, existe el sector de los laicos que antes tenían la denominación de seglares.



¿Acaso el laicismo debe servir de parapeto para que el jefe del GDF enmascare su proyecto de convertir a la Ciudad de México en “el paraíso”, de los “matrimonios” gay?



Los laicistas, los partidarios del “Estado laico” del siglo XXI en el D F, se dicen herederos de la Generación Liberal del Siglo XIX, creadora del Estado mexicano como Melchor Ocampo, que en su célebre epístola asienta que el matrimonio del hombre y la mujer es “el único medio moral para conservar la especie y suplir las imperfecciones del género humano”.



La obra humana no es perfecta, pero sí perfectible. Sí del 1860 hay algo, mucho o poco que no gusta, es necesario iniciar las reuniones para llegar a conclusiones en base al supremo interés de la nación, para lo cual se necesita superar lo que no guste y dejar de transitar así en una especie de arenas movedizas que atrapan y asfixian..



Tesis, en vez de hipótesis


En esta cuestión del laicismo, lo que se necesita no es colocar la leyenda: “México es un Estado Laico” en el salón de plenos de la Asamblea Legislativa, según lo proponen los mercaderes de la política que son los chuchos perredistas. El laicismo no lo debe tomar ninguna autoridad como escudo para ocultar el patrocinio de hedonismos que necesariamente causarán daño a la sociedad mexicana.



Tampoco se requiere de insultos mediáticos como esos de mostrar estériles huevos de gallina de granja y expresar que “es para que los vea el cardenal”, ni manifestar que el laicismo es una jalada”.

Lo que haya qué precisar sobre el laicismo, hay que precisarlo y ya, para que se disipen dudas. El laicismo, en sí, de acuerdo a la significación ortodoxa, la posición neutral para respetar la idea religiosa, el sentido trascendente de la vida y para la práctica del culto correspondiente.



Es tiempo de definir todo esto, para que los mercaderes y los logreros de la política, dejen de causar daño a nuestro país, con las divisiones que provocan con el sentido destructivo que le dan al laicismo.



Mientras, una poca de tolerancia no cae mal, considerando en esto que, de acuerdo a las estadísticas oficiales, el 85 por ciento del pueblo mexicano es creyente.

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Fuente: Voces del Periodista
Difusión AMLOTV

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