martes, 21 de septiembre de 2010

Tensión y conflicto en las Fuerzas Armadas




Tensión y conflicto en

las Fuerzas Armadas


Grave es que, cuando se trata de describir a un gobierno de conducción débil o dislocada, se hable del quiebre de la unidad de mando en la esfera administrativa. Peor aún es que esta figura retórica, común en el discurso político, se aplique expresamente a la tensión o el conflicto entre los mandos de las Fuerzas Armadas. Este es un giro que se está observando en el análisis público de las consecuencias de la guerra llamada narca.



Especialistas en Fuerzas Armadas mexicanas, en espacios editoriales impresos, empezaron a darle ese enfoque a ciertas manifestaciones ríspidas referidas a lo que ocurre en el interior del Ejército, atribuidas a algunas fuentes anónimas. Pero, conforme la violencia de esa guerra alcanza los índices más altos y enervados, otras voces, cuya experiencia en la materia se acredita porque sus expositores han pasado por instancias de inteligencia militar o en funciones de gobernación civil, le han puesto nombre, cargos y acciones a los actores en pugna.



Tomando como oportunidad un mensaje del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia, a mediados de agosto (a principios de septiembre habló otra vez para afirmar que, más que festejos patrios, los mexicanos deben compartir con el mundo el deseo de construir una sociedad cada vez más pacífica), esos analistas han cuestionado la constitucionalidad de la participación de los aparatos castrenses en tareas policiacas.



editorial





Concretamente, esos opinantes se refieren al hecho de que esa decisión pase por encima del artículo 29 constitucional, que prescribe los términos en que es legítima la declaración del Estado de excepción; y violente la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, y las correspondientes al Ejército y la Armada de México.



Basados en un texto, presuntamente redactado por un grupo de militares -en circulación pública por la Internet-, dichos analistas consignan el malestar de ciertos segmentos de la oficialidad de la Sedena por lo que consideran una invasión o usurpación de tareas reservadas al Ejército. Citan, por ejemplo, la formación de unidades de la Armada de México, paralelas en estructura y funciones a las del Ejército, lo que habría elevado la larvada crisis a nivel de los titulares de las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina.



Más específicamente, dichos analistas revelan que, en la toma de decisiones, la Secretaría de Marina -al diseñar operaciones estratégicas- ha pasado por alto información o consulta al Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (Cisen), según uso administrativo que hasta hace poco regía la relación de comandancias miliares y navales respecto de la autoridad civil, y habría establecido por la libre acuerdos con agencias de Inteligencia de los Estados Unidos.



Esas afirmaciones, que pasan del mero rumor a un documentado dominio público, adquieren verosimilitud al conocerse las acciones que -en la guerra contra el crimen organizado- ejecutan por separado contingentes de las secretarías citadas, que, a la vez, manejan a su arbitrio la información respectiva ante los medios de comunicación, sin que la coordinación del gabinete de Seguridad Nacional, que radica en la Secretaría de Gobernación, parezca ser tomada en cuenta.



Quiebre de la unidad de mando, se insiste, porque, en teoría, las Fuerzas Armadas mexicanas obedecen a una sola y única autoridad: la de la comandancia suprema que reside en el Presidente de la República. Preciso es que esos sombríos nubarrones se desvanezcan desde lo alto, porque cada vez es mayor la presión de los mandos castrenses sobre el Poder Legislativo, a fin de que éste deslinde y especifique los términos constitucionales y legales de la intervención militar en tareas policíacas (de lo que se colige reconocimiento de una anomalía) y, de otro lado, Felipe Calderón advierte que la presencia de la tropa en las calles se prolongará hasta el último día de su sexenio. Urge, pues, una definición, antes de que la sentencia aquella de que no hagas cosas buenas que parezcan malas, cree estado en una sociedad civil harta de la barbarie.

Fuente: Voces del Periodista
Difusión AMLOTV

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