LA OTRA PIEL DE OBAMA
JACQUES BOMBARDIER
Imam Feisal Abdul Rauf
Hijo de padre musulmán, Barack muestra su semiocultas raíces religiosa y cultural
Los blancos y las ultraderechas norteamericanas ya levantan barricadas ideológicas
La Iniciativa Córdoba y su Mezquita en Terreno Zero, es sólo la punta del iceberg político.
Con la llegada de Barak Obama a la presidencia de la nación más poderosa del mundo, millones de seres en el planeta pensaron que se abrían nuevos horizontes en el accionar y el pensar de los Estados Unidos; un cambio radical que llevaría a la Unión Americana, y con ella al mundo, por nuevos derroteros de tolerancia, paz, reformas económicas, políticas, culturales y sociales. Sin embargo, a estas alturas de su administración hay aristas y laberintos que dejan ver nuevos problemas en marcha y viejos problemas que se recrudecen.
Estados Unidos ha entrado en un conflicto interno que muchos expertos ya anunciaban, mientras que otros, más idealistas, no imaginaban siquiera. Con la llegada de Barak Obama, primer presidente de color (que en el slang negro estadounidense se denomina un “dominó”, por ser mezcla étnica de negro y blanca) en la historia de la Unión Americana. Y es que frente a las diversas expectativas que se abrieron con su llegada a la Casa Blanca, la nación y el mundo entero comenzaron a especular sobre la posible actuación del elegido, sobre las diversas lecturas a su ascenso al ejecutivo del país más poderoso del orbe y en torno a las consecuencias, previsibles o no, de un hombre de color en un país deominado por blancos y caracterizado por su racismo proverbial.
El padre Zacaria Butros
Hasta poco antes de que Obama apoyara la Iniciativa Cordoba para construir la “Mezquita en el Terreno Zero”, el presidente norteamericano estaba trabajando entre el apoyo de sus patrocinadores demócratas y sus enemigos republicanos, cosa coo la que todos los mandatarios de la Unión Americana han batallado, muy bien, sin embargo, cuando declaró su apoyo a un proyecto que a la mayoría del pueblo estadounidense le parece absurdo, reprobable y hasta ofensivo a su memoria histórica y política, la nación comenzó un proceso inmeiato de polarización, en donde unos apoyan la idea de construir una super mezquita en donde alguna vez estuvieron las Torres Gemelas que se encargó de derribar un coordinado ataque suicidad de terroristas islámicos aquél ya tristemente célebre S-11, mientras que otros, por no decir los más, están levantando su voz y sus protestas para evitar a toda costa que cristalice tal proyecto.
Y es que mientras los que están a favor de la super mezquita neoyorkina (ciudad en donde ya hay unas treinta), consideran, como Obama, que es una forma idónea para lograr un acercamiento con el radicalismo, la intolerancia y la agresividad musulmana, una manera de “hacer las paces con el islam”, el pueblo estadounidense se siente agraviado, humillado y agredido con la sola idea de que surja un templo musulmán en donde otros musulmanes causaron destrucción, terror y muerte.
Sin embargo, ante esta aparente polarización de la sociedad en E.U., hay mucho más de fondo, pues no es este hecho en sí lo que está exhibiendo la otra piel de Barak Obama, hijo de musulmán y cristiana, de padre negro y madre blanca; hay mucho mar ede fondo del que se quiera aparentar en los medios y ante la opinión pública nacional e internacional. Una serie de hechos en apariencia aislados, van tejiendo la verdadera personalidad semioculta del presidente norteamericano: la próxima clausura de la prisión de Guantánamo, Cuba, repleta de prisioneros islámicos, su pasada visita a países de la órbita musulmana, su acercamiento estratégico con los Estados de Egipto y Arabia Saudita y el retiro de tropas estadounidenses de Irak y Afganistán.
En efecto, el pueblo norteamericano está llegando a la conclusión, más clara que el agua, de que Barak Obama se siente atado a una herencia religiosa paterna de carácter islámico, algunos en E.U., agregan “que lo lleva en la sangre”, a pesar de que sus defensores alegan que el padre de éste lo abandonó desde muy pequeño, por lo que no pudo dejar una raíz religiosa tan manifiesta o fuerte. Pero por otro lado, sus detractores, que son mayoría aducen, como George Jonas, “que la cuestión es preguntarse, por ejemplo: ¿algún grupo puede creer genuinamente que construir una mezquita a dos manzanas de donde los jihadistas pulverizaron a tres mil neoyorquinos hace nueve años, podrá promover un entendimiento cultural entre el islam y el Occidente?” También se preguntan en E.U., sobre ¿quién en su sano juicio se va a gastar cien millones de dólares en un monumento religioso que sólo incrementará las tensiones entre musulmanes y occidentales?
Para muchos observadores y analistas norteamericanos, Obama se ha metido en un brete mayor, aumentando el número de factores o causas por las que en E.U. podrían ir pensando en eliminarlo al estilo norteamericano como lo hicieron con los presidentes Garfield, Lincoln y Kennedy, entre otros: 1.- Es hombre de color; 2.- Sospechan que es musulmán, 3.- Su ley de seguridad social afecta los poderosos intereses de las compañías de seguros, 4.- Su reforma financiera que ata de manos a especuladores y bancos, 5.- Repliega tropas estadounidenses en otros países, como Irak , 6.- Este asunto de la mezquita cerca de la Zona Cero, 7.- Decide cerrar la cárcel de Guantánamo, Cuba, con gran número de prisioneros islámicos, 8.- Enfrenta un nuevo proceso electoral y teme perder la mayoría del Congreso a manos de los republicanos, y, 9.- Mantiene una constante y “estrecha” relación política con mandatarios musulmanes de Egipto, Arabia Saudita, etc., a través de visitas de estado y del costeo de viajes y gastos del imam kuwatí Feisal Abdul Rauf, su contacto en el Proyecto Córdoba.
El presidente Obama hizo el anuncio de su apoyo qal proyecto islámico durante la fiesta "Iftar" cuando se rompe el ayuno del Ramadán y desde la misma casa presidencial. Desde su discurso en la Universidad de El Cairo, Barack Obama diseñó una nueva estrategia para el acercamiento del mundo árabe y musulmán con Washington y el Occidente, basado en la tolerancia constitucional de la democracia estadounidense y el argumento de “que un acercamiento pacífico con el mundo islámico será beneficioso para ambas parte y para el mundo”, lo que le ha permitido una mayor solidaridad, credibilidad y posibles votos a favor de los demócratas, por parte de sus seguidores y simpatizantes; ello se ha hecho más visible en el alineamiento especialmente de los árabes frente al peligro que representa el régimen persa de los extremistas ayatolas.
EL factor Rauf
El presidente de la “Iniciativa Córdoba” (un proyecto no partidista y multinacional con actores gubernamentales y privados, diseñado “para mejorar las relaciones entre el mundo musulmán y Occidente”), ha sido el imam Feisal Abdul Rauf, un kuwaití quien aparentemente vive en Malasia y que viaja y gasta a expensas del Departamento de Estado norteamericano, lo que le ha permitido llevar su “mensaje de paz, moderación y entendimiento” por Medio Oriente, Arabia Saudita, Dubai, Abu Dhabi, Bahrein, Qatar, Egipto, Emiratos Árabes y Marruecos. Esto ha sido confirmado por el propio vocero del Departamento de Estado de E.U., P. J. Crowley, quien ha dicho que Feisal Abdul ha tenido una relación de largo tiempo con las autoridades estadounidenses de alto nivel y se le considera como un elemento clave dentro de la llamada Oficina de Programas de Información Internacional, que permitirá al presidente Obama alcanzar acuerdos y negociaciones pacíficas con un mundo islámico que se une y se hace cada vez más fuerte a nivel mundial.
La respuesta blanca
Como era de esperarse, el pueblo norteamericano, en su mayoría, respondió de manera crítica y negativa a esta que consideran falsa, engañosa, peligrosa y, principalmente ofensiva estrategia de acercamiento con el islam, lo que interpretan como un agravio musulmán y un intento enmascarado de permitir la filtración del terrorismo, la intolerancia, el fundamentalismo y la violencia que caracterizan al mundo musulmán. Bien podríamos citar cientos de consignas y declaraciones, de actos de protesta pública y manifestaciones ruidosas de parte de la sociedad estadounidense en su conjunto (con excepción de las gentes de Obama, las izquierdas americanas y los demócratas), lo que nos da una idea más clara de la posición mayoritaria del pueblo norteamericano frente a lo que aparentemente es una acción pacífica de acercamiento político-religioso con el islam.
Y han sido, en especial, las agrupaciones extremistas de ultraderecha, los judíos y los republicanos quienes han tomado la batuta y las calles para manifestar su descontento, su clara y ferviente oposición a la que llaman “la más grande ofensa que se le puede hacer al pueblo norteamericano después del S-11”. Las pancartas y lemas de campaña pública son más que ilustrativas, he aquí algunos ejemplos: “¡Sí Sodoma y Gomorra fueron destruídas, por qué hay aun musulmanes y comunistas!”; “¿Para que gastar 140 mdd en algo que va a umentar las tensiones entre el mundo islámico y Occidente?”, “¡Este ultraje musulmán ha llegado muy lejos!”; “Aceptar la edificación de la mezquita es como aceptar que quemen nuestra bandera o que lo nazis marchen por los vecindarios judíos”; “El islam no es una religión, es una ideología totalitaria que no sólo instiga el odio hacia los no musulmanes, sino que además aboga por la muerte de los no musulmanes”; “¡Construirán su mezquita en Nueva York cuando se construya una sinagoga en La Meca!”
Un aparente stand by
En estos momentos, el asunto parece haber entrado en un aparente enfriamiento temporal, pues las próximas elecciones legislativas enfrentan ya a Obama y sus demócratas contra los conservadores republicanos, motivando que la lucha por el Congreso y el sistema de lobbies sean un botín clave para las aspiraciones de unos y de otros. Obama ya tiene demasiadas presiones internas y externas, por ello, buscar adeptos y votos entre la nación le va a costar muy caro, pues la factura que le van a pasar es muy alta y en donde este asunto de la Mezquita Córdoba y su reciente participación en la eliminación del programa televisivo anti islámico del padre Zacarías Bouthros, a petición de gobernantes de Arabias Saudita y Egipto, serán las cerezas del pastel de despedida del ejecutivo estadounidense que ha intentado grandes y buebas cosas, pero que por desgracia ha hecho caso de asesores gubernamentales y políticos poderosos del exterior cuyos fines son muy opuestos y negativos para los intereses clave del pueblo norteamericano y del mundo occidental.
Fuente: Voces del Periodista
Difusión AMLOTV
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