Calderón Dispara y los Gringos se la Fuman

Calderón Dispara y los Gringos se la Fuman

Por Gonzalo Lara

Las cifras de muertes relacionadas con la llamada guerra contra el narco, “encabezada” ciegamente por el que se supone que dirige al (des)gobierno federal, con palmaditas en la espalda de parte del gobierno norteamericano, asciende todos los días y se encuentra ya en niveles alarmantes: entre 2006 y 2009 se calculan al menos 17 mil muertes (cifras oficiales); de ahí, más de mil funcionarios de alto nivel y más de doscientas decapitaciones. En 2010, en sólo 34 días se llegó a más de mil defunciones relacionadas con la paranoica idea de alejar a la gente de las drogas. Si la preocupación del gobierno fuera la salud, como ya otros han dicho, lo que debería criminalizarse entonces es el hambre, la falta de hospitales, de educación y trabajo; y entonces se haría un sólido frente nacional, si en lugar de pelearse contra los efectos de una planta, se peleara contra los efectos del hambre y la pobreza; todo en aras de la salud pública. Causa más daños a la salud la contaminación de las aguas que la venta de una grapa o un toque.

Acá la sangre sube de nivel todos los días. Allá, en Estados Unidos, que es el mercado hacia donde apuntan casi todas las transacciones relacionadas con las drogas, las cosas se están poniendo muy diferentes, especialmente en California.

Desde 1996, en este estado se puede consumir y poseer marihuana (poco menos de un cuarto de kilo) y plantas de la misma (de 6 a 12) con receta médica, una receta que cada vez es más sencillo adquirir aduciendo desde fatiga hasta dolores causados por enfermedades terminales. En 2003 trataron de regular el alto consumo de la gente con unas identificaciones para pacientes y cuidadores de los mismos, pues el o la enfermera, solidariamente, también pueden tener o consumir la planta –para acompañar al paciente.

El pasado 21 de enero, la Suprema Corte del estado de California suprimió, por unanimidad, cualquier restricción que hubiera relacionada con la cantidad de marihuana y plantas de la misma que la gente puede tener (sembrar, almacenar, etc.) en casa o portar consigo. La restricción se limita a decir que de esta planta se debe tener lo “razonablemente necesario”.

Ahora sacan a la luz algo que ocurre desde hace décadas en la parte norte de este mismo estado norteamericano. En una zona muy fértil conocida como Emerald Triangle, en la que se encuentra el municipio de Mendocino, hay una pronunciada actividad de cultivo y comercio de marihuana tolerada por las autoridades. Se calcula que deja ganancias de alrededor de mil millones de dólares al año y derrama buenos ingresos al fisco, además. Eric Sligh es oriundo del lugar; uno de los mayores impulsores del cultivo de marihuana en casas y editor de la bien establecida revista Grow, dedicada al mundo del cultivo de la marihuana. Él señala lo mismo que podrían decir muchos campesinos de Guerrero o Michoacán: “para mí sembrar marihuana es tan normal como sembrar maíz”; “de esto vivimos en este pueblo, y así lo venimos haciendo desde hace treinta años”. “En estas tierras no hay otra actividad económica redituable; si nos quitan los cultivos, nos quitan todo”. Y no, no les están quitando nada; sus legisladores, al contrario, los están cobijando.

Independientemente de la postura que se tenga respecto a la legalización o no del consumo de drogas, es un hecho que algunos estados norteamericanos, con el claro apoyo de sus respectivas sociedades, están haciendo cosas muy diferentes a las que su país exige a naciones como México o Colombia. Allá no están combatiendo nada. Se está haciendo lo contrario y están dejando a todos los muertos y todo el desmoronamiento social de este lado.

La fiesta la tienen en el piso de arriba; acá abajo, en el sótano, como en la película Underground, nos hacen creer que la guerra sigue, que poco a poco se va ganando, que la estrategia es la correcta… cuando en realidad no hay nada; todo es una farsa insostenible (hasta ahora).

Fuente: Machetearte

Difusión: AMLOTV