¿Quién le cree a Calderón?
Pide al partido que lo legitimó en el poder apoyos fiscales a cambio de acuerdos políticos. Dice que los pactan a sus espaldas, pero elogia la lealtad de quien no le informó y los pactó. Promete a Ciudad Juárez no escatimar recursos para el combate a la delincuencia, pero el presupuesto no refleja la urgencia y es asignado a municipios del PAN.
Por Ramón Alberto Garza
19/02/2010 - 2 comentarios
Categoría: Política
El gobierno de Felipe Calderón está agotado. Asfixiado en sus mentiras, en sus dobles discursos, en la impunidad y la traición a sus principios, el régimen navega con una sola bandera: evitar su naufragio antes de 2012.
La pérdida de credibilidad alcanzó esta semana sus más altos niveles con dos hechos que ponen en evidencia la falta de confiabilidad en el hombre que gobierna hoy los destinos de México.
El primero es el escandaloso caso de Fernando Gómez Mont, el secretario de Gobernación que terminó por confesar lo que juró con su firma que era inconfesable. Que subastó los principios del PAN a cambio de 30 monedas fiscales. Que lo hizo “a espaldas” de su jefe el presidente.
Y su premio por pactar en lo oscurito es que el mandatario elogie su lealtad y lo ratifique en su cargo. Aunque el PAN reniegue de que “nos vendió sin consultarnos”.
Aunque el PRD lo ubique como “enemigo” por usar la silla de Bucareli para cuidar las espaldas de un partido que incluso, en apariencia, no es el suyo.
Aunque el PRI ya no le tenga confianza, porque al revelar las condiciones del pacto, los exhibió como mercenarios dispuestos a elevar el IVA al pueblo a cambio de su retorno al poder.
El segundo hecho es el lamentable espectáculo presidencial en Ciudad Juárez, la emblemática urbe convertida en el mejor ejemplo de la impericia oficial para combatir al crimen organizado.
En sus discursos, Felipe Calderón dice que su gobierno apoya con todo la lucha de los juarenses para recuperar su tranquilidad. Que su gobierno no escatimará esfuerzo alguno para devolver la paz a esa ciudad fronteriza y a sus habitantes.
La realidad y el presupuesto desmienten al primer mandatario. Para muestra, ahí están los recursos destinados al combate a la inseguridad.
En entidades panistas sin conflicto evidente de seguridad, como Irapuato, la Secretaría de Seguridad Pública federal elevó en más de 100 por ciento el presupuesto de 2009 a 2010. Para la golpeada y priista Ciudad Juárez, en cambio, la asignación permaneció igual.
Peor aún. Las partidas destinadas a combatir la inseguridad en los municipios son solo eso. Partidas etiquetadas que no pueden ser ejercidas a conveniencia por las autoridades locales. Vienen pregastadas. Y las compras de patrullas, armas y equipos están centralizadas en los cuarteles federales de Genaro García Luna.
Por eso el gobierno de Felipe Calderón se ahoga en el descrédito. Porque a punta de salir a dar dos o tres discursos diarios, de gobernar para la encuesta y para la imagen televisiva, de repetir una y otra vez lo que no se refleja ni en la calle, ni en el presupuesto, ni en la acción de gobierno, se desgastó prematuramente.
Poca, muy poca credibilidad le resta a un régimen que evidencia con tal torpeza que sus políticas públicas están destinadas a salvar al PAN de una nueva debacle electoral en las 12 elecciones para gobernador que se realizarán este año. Por eso las alianzas “con el demonio”.
Pero, sobre todo, el descrédito de un presidente que deja en claro que sus principios, aquellos por los que lucharon sus padres fundacionales –y los biológicos también–, son traicionados impunemente en aras de impedir que vuelva al poder el mismo partido sin el cual hoy no podría estar despachando en Los Pinos.
Analicemos.
Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV
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