Bajo la Lupa
Próxima década: inestabilidad política en EU
Alfredo Jalife-Rahme
El presidente estadunidense Barack Obama habla a la prensa durante una visita a los Estudios Meddin, de producción digital, beneficiados con un préstamo para pequeñas empresas, ayer en Savannah, GeorgiaFoto Ap
C
omo parte de las contribuciones académicas a Las visiones de 2020, en una carta a la prestigiada revista científica británica Nature (463:608, enero de 2010), Peter Turchin opina que el progreso científico puede ser socavado en la próxima década debido a la probabilidad de una creciente inestabilidad política en Estados Unidos y Europa occidental.
De hecho, Barack Obama canceló el programa de la NASA para explorar la Luna y Estados Unidos sufre los embates radicales de la extrema derecha populista y racista del Partido del Té, aliado al decadente Partido Republicano.
En su célebre carta, que ha impactado en los centros estratégicos de Estados Unidos y Europa (occidental) –ignoro si en el México neoliberal alguien se haya enterado para tomar las providencias adecuadas–, Turchin aduce, mediante la herramienta del análisis histórico cuantitativo, que “las sociedades humanas complejas (sic) son afectadas por olas recurrentes –y predecibles– de inestabilidad política”, lo cual externó con S. A. Nefedov en el libro Ciclos seculares (Princeton University Press, 2009).
El ruso-estadunidense Peter Turchin, profesor e investigador de la Universidad de Connecticut, es un asombroso académico multidisciplinario con especialidades en biología evolutiva, ecología y matemáticas, con intereses en las ciencias sociales y autor de varios libros luminosos donde se ha consagrado a indagar las causales del colapso de los imperios, basado en la nueva materia interdisciplinaria de la cliodinámica (el estudio de los procesos que cambian con el tiempo).
Por su parte, el ruso Sergey A. Nefedov es un prominente investigador científico en el Instituto de Historia y Arqueología de la Academia Rusa de Ciencias (en el plantel de los Urales).
Ambos han puesto en relieve que las dinámicas demográficas se encuentran vinculadas con ciclos de guerra doméstica y olas de enfermedades (v.gr. la pandemia medieval de la peste negra), al unísono de la afectación del sistema por factores exógenos (v.gr. oscilaciones climáticas).
En su ya célebre carta, Peter Turchin expone que Estados Unidos padece salarios reales estancados o declinantes, una brecha creciente entre ricos y pobres, una sobreproducción (sic) de jóvenes con títulos universitarios avanzados, y una deuda pública en explosión. Este aserto no tiene ninguna originalidad y ha sido expuesto por los lúcidos visionarios del planeta.
La originalidad del investigador ruso-estadunidense radica en que estos indicadores sociales aparentemente dispersos están actualmente ligados uno al otro en forma dinámica cuando experimentaron todos (¡súper sic!) puntos de inflexión en la década de los 70.
En una visión extensa de largo plazo, no vulgarmente inmediatista ni trivialmente cortoplacista –al estilo de los analistas efímeros y desechables de Estados Unidos (país ahistórico frente al resto de las civilizaciones milenarias euroasiáticas), donde sus intoxicantes multimedia hacen pulular a los Yushihiro (sic) Francis Fukuyama en cantidades industriales–, varios pensadores habían también colocado el inicio de la década de los 70 como el punto de bifurcación de la presente crisis multidimensional, cuando Richard Nixon canceló unilateralmente la paridad fija del dólar al oro, lo cual fracturó el orden monetario internacional relativamente exitoso de Bretton Woods, consecutivo a la Segunda Guerra Mundial.
Desde el punto de vista histórico, a juicio de Peter Turchin tales sucesos han servido de indicadores líderes de una inminente inestabilidad política cuando los ciclos seculares muy largos interactúan con procesos de plazo más cortos.
Asienta que en Estados Unidos los picos de inestabilidad de 50 años han ocurrido alrededor de 1870, 1920 y 1970, por lo que se debe esperar otro alrededor de 2020 (¡súper sic!). ¿Y qué tal si sucede antes, cuando contemplamos aquende la frontera la desintegración vertiginosa de la otrora legendaria organización socioeconómica y sicopolítica de Estados Unidos?
A nuestro juicio, y al corte de caja de hoy, Estados Unidos se asemeja al de 1930 y solamente falta verificar cuándo lo alcanzará su destino similar a 1933.
Refiere que Estados Unidos está “también entrando a un hundimiento de la llamada ola Kondratiev, que traza los ciclos entre 40 y 60 años de crecimiento económico”, lo cual significa que las recesiones futuras serán severas (¡súper sic!). Aquí tampoco aflora mucha originalidad, cuando también ya se había planteado que el G-7 se encuentra en la fase de caída de un clásico ciclo Kondratiev (lo cual hemos expuesto hasta el agotamiento con nuestros dilectos amigos del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM).
Lo atractivo del análisis prospectivista de Peter Turchin, de envergadura holística, es que no sucumbe a los cantos ultrarreduccionistas de sirenas, a los que tienden las especialidades inconexas, y confiere una ponderación satisfactoria a otros rubros inexpugnables como la demografía: es decir, la existencia real de los seres humanos en su entorno que la sicosis teológica del mercado pretendió ignorar.
Un punto desconcertante cuan impresionante es su hallazgo sobre la educación superior, una arma de doble filo, dependiente de los vaivenes del binomio auge-caída: no debemos expandir nuestro sistema de educación superior mas allá de la habilidad de la economía (sic) para absorber a los graduados universitarios, ya que un exceso (¡súper sic!) de jóvenes con grados avanzados ha sido una de las causas principales de la inestabilidad en el pasado. Este último aserto puede hacer arder Troya.
Así las cosas, la próxima década tendrá un crecimiento rápido en el número de las personas de 20 años, como la protuberancia (sic) juvenil que acompañó la turbulencia de los 60 y los 70. Todos (sic) estos ciclos parecen alcanzar su pico (sic) en los años de alrededor de 2020.
Turchin se queda en el umbral del colapso de Estados Unidos (quizá por no constituir una civilización propiamente dicha en el sentido braudeliano, pese a los delirios alucinatorios de Samuel Huntington, un bárbaro fundamentalista WASP: blanco, anglosajón, protestante), lo cual diagnostica impecablemente para otras civilizaciones (primordialmente, en Asia Menor) y aporta una nota de previsión salutaria que, dadas las tendencias perturbadoras, será muy difícil implementar debido a la plutocracia reinante en Estados Unidos: los registros muestran que las sociedades pueden evitar el desastre. Necesitamos buscar vías para mejorar los efectos negativos de la globalización (¡extra súper sic!) sobre el bienestar de las personas. ¿Existe, acaso, otra vía, que no sea el Renacimiento humanista (Ver Hacia la desglobalización, Jorale Editores, 2007) que hemos pregonado y propugnado?
Sugiere que la desigualdad económica, acompañada del brote de deuda pública, puede ser abordada mediante tasas de impuestos más progresivas.
¿Será suficiente para evitar el colapso, cuando el mismo Peter Turchin en sus luminosos libros ha indicado la existencia multifactorial que ha derrumbado a los imperios?
Con o sin metría de cualquier especie, ¿cuál ha sido el imperio que haya podido eludir su entropía, consustancial a las civilizaciones que sufren su senescencia ontológica y teleológica?
Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV
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