Germán Larrea Mota-Velasco
Edad: 54
Posición Billonarios Forbes 2010 : 127
Fortuna: Heredada
Valor de dólares: 7.3 mil millones de dólares
Lugar de Nacimiento: México
Empresa: Minería
Germán Larrea Mota-Velasco es el presidente de Grupo México, la compañía minera que su difunto padre fundó. La compañía ha crecido mucho debido a los altos precios del cobre. También trabajan con plata y zinc. A través de una subsidiaria tienen un negocio de transportes que incluyen la línea de trenes más grande de México.
Carlos Fernández-Vega, La Jornada
Germán Larrea prefiere acariciar caballos finos que negociar con los mineros
Eso de la negociación política, el diálogo y el acercamiento entre las partes para resolver conflictos es un arte que de plano no le va a Germán Larrea Mota Velasco. En cambio, el Rey del cobre, como se conoce a este primitivo personaje que preside el Grupo México, es ducho en el chantaje y la amenaza, aunque a últimas fechas parece que sus habilidades en estos menesteres han menguado.
Aferrado a “enterrar” al sindicato minero, como impunemente lo hizo en febrero de 2006 con 65 trabajadores en Pasta de Conchos, Larrea destaca por sus acciones gangsteriles, que incluyen nutridas relaciones políticas de alto nivel, para alcanzar tan ruin objetivo. Pero olvidó algo trascendente: del otro lado también son cantaores profesionales.
En uno de sus más recientes arrebatos, Larrea presentó una demanda judicial en contra de un grupo de trabajadores y las viudas de Pasta de Conchos que osaron llamarle “asesino”. Consecuencia de ello, el Ministerio Público le ordenó comparecer el pasado miércoles, con la advertencia de que de no atender el citatorio enviaría por él a la siempre diplomática Policía Judicial del Distrito Federal para que lo presentara ante el MP. El Rey del cobre (un empresario Forbes con una fortuna estimada en 7 mil 300 millones de dólares) simple y sencillamente desacató a la autoridad.
Normal en él, un arrebato conduce a otro: si bien demandó a los trabajadores, el citatorio ya no le gustó y mandó a volar a la autoridad, pero no por ello dejó de chantajear y amenazar a quienes osaron llamarle “asesino”. Veinticuatro horas después de no apersonarse ante el MP, con lo que –una vez más– violó la ley, Larrea ordenó, por enésima ocasión, el “cierre” de Mexicana de Cananea (la otrora paraestatal que el salinato regaló a Jorge Larrea, mejor conocido como El Azote, papá del querellante) y la “liquidación” (económica, se entiende, aunque con este personaje nunca se sabe) de los más de mil 500 mineros que en ella laboran.
Con sólo tres meses de diferencia, el Rey del cobre repite el numerito. A mediados de enero pasado ordenó lo mismo que ahora, lo que ya había ordenado a finales de noviembre de 2007; lo mismo hizo, en el sexto mes del mismo año y, hasta donde la memoria, a la mitad de 2006, sin que en ninguna de las obras teatrales se cumplieran sus “órdenes”. Con lo fácil, dentro de lo complicado, que hubiera sido concretar un acercamiento, dialogar, negociar y llegar a un acuerdo, pero Larrea prefiere acariciar caballos pura sangre que rozarse con la pelusa (MP incluido), que para eso tiene a su séquito de ex empleados del gobierno federal, sin considerar los que están en activo.
En enero pasado en este espacio comentamos la “orden” en turno con respecto a Mexicana de Cananea: Germán Larrea y su siempre caritativo Grupo México ordenó a sus operadores (que incluye una docena de ex funcionarios públicos de primer nivel en gobiernos anteriores, más el actual) ofrecer a los huelguistas, entre otras cosas, un bono de 15 mil pesos y otras prestaciones ordinarias y extraordinarias a los trabajadores que se reincorporen a las labores en Mexicana de Cananea antes de 72 horas; los mineros que acepten se sumarán a los trabajos “sin problemas, con prestaciones y sueldo íntegro”; un subsidio de gas doméstico en enero y febrero, además de 68 por ciento del sueldo, mientras no se tenga producción, ya que en ese periodo se restaurará el equipo; “bono de asistencia perfecta a partir del reinicio de labores” (siempre y cuando sea hoy, día 14) y una foto a color del patrono Germán Larrea Mota Velasco sobándose las manos y acariciando las testas de Felipe Calderón, Eduardo Bours y Javier Lozano Alarcón.
A finales de noviembre de 2007, aquí se reseñó que ningún empresario medianamente cuerdo estaría dispuesto a sacrificar la tajada mayor de su negocio y sus ganancias en un histérico arranque para “demostrar” la “ilegalidad” de una huelga. Mucho menos lo haría público. Ni uno tomaría esa ruta, pero Germán Larrea Mota Velasco pretende convencer a propios y extraños que él sí procederá en tal sentido y que está dispuesto a cerrar Mexicana de Cananea por la “ilegal” huelga que desde junio pasado mantienen los mineros y que desde agosto un juez federal declaró legalmente válida.
Muchos diagnosticarían oligofrenia en Germancito, apuntábamos, porque Mexicana de Cananea no sólo es uno de los yacimientos cupríferos más grandes del mundo en poder del Grupo México, con 82 años más de vida útil, sino que representa el 64 por ciento de sus utilidades potenciales, medidas a través de las reservas de mineral que el consorcio tiene en territorio mexicano, y 42 por ciento si se consideran sus propiedades en Sudamérica, por medio de la Southern Perú Cooper Corporation. Ningún empresario echaría al bote de la basura un negocio así, que en el año más reciente reportó espectaculares incrementos. Por ejemplo: al cierre del tercer trimestre de 2007 las utilidades del consorcio sobrepasaron 16 mil millones de pesos (33 por ciento de incremento), las ventas superaron 61 mil millones (20 por ciento más), los activos totales 134 mil 800 millones (18 por ciento más) y el capital contable 65 mil millones (32 por ciento más). ¿Alguien dejaría este negocio sólo por aferrarse a la “ilegalidad” de la huelga y negarse a negociar con los mineros? Tal vez, pero no Larrea.
¿Cuánto tiempo transcurrirá para que el Rey del cobre repita el numerito de “cerrar” Cananea? No deje de ver el siguiente capítulo.
Desastre minero de Pasta de Conchos
El desastre minero de Pasta de Conchos ocurrió aproximadamente a las 2:30 (Tiempo central, EEUU) el 19 de febrero de 2006, Aún no se sabe con certeza que fue lo que causó esta tragedia, en una mina de carbón en San Juan de Sabinas, en la región de Nueva Rosita de Coahuila, México.
Las minas eran operadas por el Grupo México, la más grande compañía minera del país. Se estima que 65 mineros, pertenecientes al turno de las 22.00 hasta las 6.00, fueron atrapados por la explosión.
Las informaciones son contradictorias sobre la profundidad a la que se encontraban atrapados los mineros. El Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos, expresó que los mineros atrapados estaban aproximadamente a 490 m, dentro de un túnel horizontal de 1,6 km de largo. Grupo México hizo declaraciones expresando que los mineros estaban a unos 150 m bajo tierra.
Guadalupe Rosales Martínez, la hermana de un trabajador que fue rescatado de la entrada de la mina, informó al Los Angeles Times de que los mineros se habían quejado previamente sobre una alta concentración de gas en la mina.1 Norma Vitela, la esposa de un minero atrapado en el interior de la mina, informó al Miami Herald de que su esposo se había quejado sobre la misma concentración excesiva de gas metano, muy por encima de los estándares legales para poder trabajar.2
Hacia el 21 de febrero, los familiares de los mineros atrapados y los grupos de búsqueda de Grupo México empezaban a perder la esperanza. Cada minero tenía una reserva de transformación de CO a CO2 de seis horas. El gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, comunicó a la emisora de televisión conocida como Televisa, que el servicio de ventilación de la mina, que usa ventiladores para introducir aire y exportar gases peligrosos, estaba aún funcionando. Sin embargo, la edición del 21 de febrero del Miami Herald informó: "Incluso entonces, no hay forma de asegurarse de que el precioso oxígeno esté llegando a donde los mineros están atrapados".2
El 23 de febrero, Grupo México tuvo acceso a la parte del túnel de la mina donde consideraban que dos de los 65 trabajadores estaban atrapados. No obstante, no se encontró a nadie en ese punto de la mina, lo que llevó a la compañía a pensar que la fuerza de la explosión los había arrojado más profundamente a la mina de lo que habían presupuesto. Al día siguiente, Grupo México avanzó aproximadamente hasta la mitad de la mina, de 2,8 km de profundidad, donde esperaban encontrar a 24 mineros. De nuevo, no encontraron a nadie allí, y el Grupo México hipotetizó que, o bien los mineros se hallaban enterrados bajo escombros, o que se encontraban en una parte aun más profunda de la mina. Durante la tarde del 24 de febrero, Grupo México, anunció que sus esfuerzos de búsqueda serían suspendidos por dos o tres días, debido a que el equipo de rescate había avanzado a una parte de la mina donde había grandes concentraciones gas natural. Lo curioso es que eran similares a las que había cuando hicieron bajar a los 65 mineros a trabajar. Durante la tarde del 25 de febrero, Grupo México confirmó durante una rueda de prensa que "no había posibilidad alguna de supervivencia tras la explosión de metano", basándose en un informe científico. Al día siguiente, el ministro de trabajo, Francisco Javier Salazar Sáenz y el gobernador Moreira anunciarion que la mina sería cerrada indefinidamente en cuanto todos los cuerpos fueran recuperados.
El Diario de Ciudad Juárez publicó un informe de los oficiales mexicanos y la Oficina de Seguridad y Salud Minera de los Estados Unidos, que declaraba que, debido a los altos niveles de gas en la mina, sería poco probable, si no imposible, rescatar a alguien con vida. El Diario también publicó informes sobre mineros que habían estado en huelga en contra de Grupo México al menos 14 veces, "no sólo por incrementos de salarios (...) sino también por su constante negativa a revisar las medidas de seguridad y salud". Grupo México declaró que la compañía, junto con el sindicato de mineros, firmaron un certificado el 7 de febrero, declarando la mina segura.3
La Cámara de Diputados guardó un minuto de silencio en honor a los mineros caídos en la mina Pasta de Conchos y asimismo empezó una investigación de las condiciones de seguridad de la mina.
El día 23 de junio de 2006 se recuperó el primer cadáver de uno de los mineros muerto en la mina Pasta de Conchos, Felipe de Jesús Torres Reyna, que contaba con 49 años de edad.
El 1 de enero de 2007 fue localizado y rescatado el cuerpo de un segundo minero muerto en la explosión, identificado como José Manuel Peña Saucedo, vecino del cercano poblado de Palaú4 .
Se indicó que seguirían las labores de rescate de los demás mineros, muertos en la mina de Pasta de Conchos, por parte de la empresa Industrial Minera México del Grupo México, dirigido por Germán Larrea Mota Velasco pero esto no ocurrió y, por el contrario, se comprobó que un rescate más expedito hubiera podido tener oportunidades de éxito. Varios periodistas hicieron notar que Germán Larrea y el Grupo México se vieron beneficiados económicamente por la explosión al cambiarse la ley de explotación del metano, que impedía a las mineras el usufructo de este gas producido naturalmente en la explotación de minas de carbón.5 Esto podría apoyar las acusaciones de negligencia que enfrenta la compañía y el propio Germán Larrea por no dar solución a las comprobadas notificaciones y alertas de seguridad que habían recibido los administradores de la mina con semanas de anterioridad a la tragedia, estas notificaciones señalaban la alta concentración de gas metano en la mina, muy por arriba de lo establecido legalmente. Nuevos hechos han vuelto a enturbiar las investigaciones sobre la tragedia6 y se plantean serias dudas sobre la actuación del Gobierno de México en este asunto
Fuente: Sindica minero seccion 65
Difusion: AMLOTV
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