miércoles, 12 de mayo de 2010

A confesión de parte, relevo de pruebas.



La extradición del, Mario Villanueva, “detenido” durante el sexenio del nefasto Ernesto Zedillo Ponce de León, sin duda aún más pillo que el ex gobernador de Quintana Roo, pues él protegió a ultranza a los socios de su familia política, los Amescua, especialistas en meta anfetaminas.

Cabiendo aclarar que a don Mario no lo detuvieron, sino que le jugaron chueco (lo traicionaron ¡vaya!, lo que es el pan nuestro en la política mexicana) prometiéndole que no le harían nada si se entregaba y cooperaba.

Pone en claro que la Justicia en nuestra depauperada y vilipendiada Patria, es “a modo”; pues si de meter a la cárcel a los cómplices de delitos contra la salud se trata, que no se olviden de quienes han públicamente confesado su complicidad, es decir, los obispos católicos.

Como lo hizo el obispo de, que abiertamente confesó (los ciudadanos vaticanos no hacen declaraciones sin autorización) que el Clero no lavaba dinero, sino que lo “purificaba”.

Y si a confesión de parte, relevo de pruebas, se están tardando no en girarle una orden de aprehensión (ya no se usan en nuestro sistema de Estado de Excepción) sino que lo metan al bote.

¿Lo harán nuestras sacrosantas Autoridades, o le tienen miedo a las amenazas de fuego eterno de estos perversos personajes, hoy en caída libre?

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