Pulso Crítico
J. Enrique Olivera Arce
Inmersos en un proceso electoral atípico, en el que se vale todo, las mejores y peores triquiñuelas, bacinicazos a diestra y siniestra, ríos de dinero corriendo bajo la mesa, prejuicios sexistas, “toma y daca de pompas”, como coloquialmente lo expresa Dante Delgado Rannauro, y todo bajo la premisa de que lo que está en juego es el destino de Veracruz, los diversos partidos políticos cierran su etapa de proceso interno de selección de sus mejores candidatos para abanderarles en la contienda por la gubernatura, pasándole el balón a una desangelada ciudadanía que tendrá que elegir entre más de lo mismo ó el cambio que en todos los órdenes exige la sociedad veracruzana.
Bajo el supuesto de que en las teóricamente precampañas, se consolidara el voto duro y clientelar con el que respectivamente cuenta cada partido, un 35 % por ciento a lo sumo de un total de 5 millones doscientos mil potenciales electores, la siguiente etapa, la de las campañas de los candidatos, estará enfocada a convencer al otro 25 % de los ciudadanos sin partido que suelen, por inercia o por un mínimo de responsabilidad cívica, concurrir a las urnas, asumiéndose con optimismo que el abstencionismo en esta ocasión no rebasará el 40 % del padrón.
Así que la pregunta obligada a estas alturas del proceso, es hacia donde se inclinará la balanza en el terreno de los indecisos. La respuesta es incierta, si como se dice, la elección será una de las más reñidas en la historia de Veracruz. Hasta ahora, todo parece indicar que la contienda culminará con el triunfo de la alianza del PRI con el partido verde y el remedo de partido político local, por cierto no por ser la mejor opción, en tanto que, pisándole los talones, avanzan la coalición de Convergencia, PT y PRD con Dante Delgado como candidato común, y la alianza PAN- PANAL disputándose el segundo lugar. Sin embargo, entre los que saben de estos menesteres, esta última coalición podría dar la sorpresa, al observarse que Miguel Ángel Yunes Linares repunta en las encuestas.
En este escenario de reparto entre coaliciones, durante los obligados 30 días de silencio partidista y los destinados a las campañas de proselitismo en los que todos habrán de poner toda la carne en el asador en busca del triunfo, corresponderá a la ciudadanía reflexionar, valorar y decidir su voto. Tarea nada fácil; el ánimo de los votantes potenciales será objeto de un intenso bombardeo mediático, presiones de todo tipo, incluida la consabida despensa asistencialista y, a no dudarlo, el cacareo en torno a la inauguración de obra pública por parte del gobierno estatal, cuya terminación premeditadamente se ha programado para los últimos días previos a la elección. Claro, sin faltar la dosis de guerra de lodo que atendiendo al morbo de la gente políticamente más atrasada, pesará y mucho a la hora de la decisión frente a la urna el próximo 4 de julio.
Si hasta ahora la ciudadanía se ha mostrado indiferente, como observador de palo ante los jaloneos, descalificaciones y burda imposición de candidatos “de unidad” de la partidocracia, más temprano que tarde tendrá que involucrarse, como protagonista, en un proceso electoral que le ha sido ajeno. Si como ha venido afirmando Dante Delgado Rannauro en su precampaña, parafraseando a Bulnes, “cuando el pueblo dice que es de noche, es hora de encender las farolas”, en referencia a la necesidad de respetar la voluntad popular, será la ciudadanía y nadie más la que diga la última palabra.
¿Se manifestará ésta a favor de la continuidad de la corriente fiel del PRI? ¿Inclinará la balanza a favor del partido y candidato de Felipe Calderón Hinojosa? ¿Optará por aventurarse sufragando a favor del cambio que oferta el aún precandidato de Convergencia? O de plano rechazará el ramillete de opciones tomando la decisión de quedarse en casita disfrutando los juegos del mundial de futbol. Ahí sí, todo dependerá, si los partidos juegan limpio, si sacan las manos del proceso tanto calderón como Herrera Beltrán, de que los votantes elijan la mejor opción y que los candidatos sepan que llegó la hora de encender las farolas.
La moneda está en el aire. El balón está en manos de la ciudadanía, no dejemos que otros decidan por nosotros.
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