martes, 8 de diciembre de 2009

Entre Manuel y Porfirio



Entre Manuel y Porfirio

Sallard

Max Weber, en su famoso ensayo El político y el científico, describió con precisión las características de cada uno. Partió de una premisa: la incompatibilidad del conocimiento científico con los campos de la política. En otras palabras, se es hombre /mujer de ideas o de acción, pero no ambas cosas a la vez.

La tipología descrita inicialmente por el autor en sendas conferencias que ofreció en su natal Alemania, poco antes de su muerte ocurrida en 1920, ha sido comúnmente aceptada por los estudiosos de la ciencia política desde entonces. Sin embargo, de tanto en tanto, surgen personajes que rompen la regla.

En México, actualmente, Manuel Camacho Solís y Porfirio Muñoz Ledo son dos de los personajes atípicos que poseen simultáneamente los rasgos del científico y del político. Son hombres de ideas pero también de acción. Entre ellos hay, no obstante, características que los hermanan y otras, las más, que los distancian.

Camacho es un hombre convencional, moderado, pragmático. En su larga carrera política ha sido un eficaz operador y un pésimo aspirante a Príncipe. Ha brillado como mediador en diversos conflictos, porque suele respetar la palabra empeñada, además de no comprometerse a resolver lo que no está en su esfera de decisión. Su actuación pública ha tenido una característica principalísima: la negociación. En ese sentido, su principal virtud es también su más grande defecto. Y es que el ex regente capitalino con frecuencia confunde el fin con el medio. Negocia de todas, todas. Por eso es predecible. Por eso, también, muchos actores políticos le tienen tomada la medida.

Camacho siempre ha titubeado en la toma de decisiones. Invariablemente desperdicia los momentos estratégicos que le son favorables a su persona o causa. Cuando pudo renunciar al PRI, en 1994, y ser candidato presidencial con enormes posibilidades de éxito, se enredó en justificaciones para seguir sirviendo a Salinas. Después, la bala que mató a Colosio dio muerte también a sus aspiraciones políticas. Cuando finalmente se fue, en realidad lo estaba echando Zedillo. En 2000, luego de ser un importante negociador de la candidatura opositora única, decidió contender por la Presidencia y obtuvo alrededor del 1% de la votación con su Partido del Centro Democrático, de efímera vida.

Muñoz Ledo es también pragmático, pero su personalidad es totalmente opuesta a la de Camacho. Porfirio es extrovertido, heterodoxo, desbordado. Orador enjundioso y profundo. Maestro de la esgrima verbal. Combina a la perfección lo que Weber denominó ética de la responsabilidad y ética de la convicción. Entiende que no son términos opuestos sino complementarios, que deben concurrir en la formación de los hombres y mujeres con vocación política verdadera. Un político de convicción como él, tiene la habilidad de montarse invariablemente en la cresta de la ola. Es decir, nunca confunde el medio –la negociación—con el fin que persigue. La política en ocasiones es negociación, pero en otras guerra. O, como señaló Klausewitz, la guerra es una extensión de la política.

Por eso es posible ver a Porfirio interpelando al presidente Miguel de la Madrid, durante su último informe de gobierno, en medio de agresiones e insultos del oficialismo, y años después negociando con Zedillo la reforma electoral de 1996. El Muñoz Ledo que urgía a Cárdenas a ir sobre Palacio Nacional en 1988, para obligar a la anulación de la elección presidencial fraudulenta y lograr la caída del régimen priísta, es el mismo que renunció a su candidatura presidencial en 2000 e invitó al voto útil a favor de Fox, bajo la premisa de que primero debía lograrse la alternancia y después la transición democrática.

A pesar de estas diferencias, hoy Manuel y Porfirio juegan presuntamente en el mismo equipo. Lo más curioso es que, después de reconocer la presidencia de Felipe Calderón, Camacho se acerca aceleradamente a la posición de revocación de mandato impulsada por Muñoz Ledo. El lunes escribió: “La aprobación presidencial va a la baja y el apoyo a quienes simbolizan la inconformidad social va a la alza”. Eso, en el moderado ex regente, no deja de ser un exceso.




Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV

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