Mar de fondo
La conclusión ha de ser obvia: el congreso refundacional del PRD fue un viaje de placer.
Después de tantos fracasos de tamañas proporciones era justo ir a pasear, hundirse definitivamente en la ineptitud (llamada unidad) partidista y lavarse la cara con una reforma administrativa y burocrática.
Fue para los perredistas una semana larga, y los resultados los llevan de la semioscuridad a un partido bien enterrado, con ambiciones para acomodar a su candidato presidencial.
Desaparecidos en forma natural algunos cargos, amarrado y limitado el desarrollo de los comités estatales y municipales, lo que queda del perredismo se descarriló en penalidades.
Si vale la palabra, fue un congreso suave, terso, para delinear cambios que bien podría habérselos mejorado el Partido Acción Nacional (PAN).
El PRD tiene, después de Oaxtepec, un programa administrativo, para impulsar una candidatura presidencial en la que no tiene cabida Andrés Manuel López Obrador.
La refundación –¿refundación?– parece más el epílogo de un drama. Pueden decirse muchas cosas, pero, de entrada, a nadie sorprendió que los Chuchos hicieron su lucha por ofertarle el partido a Marcelo… sí, a Marcelo Ebrard.
El meollo del asunto –sentar bases para eliminar el derecho de la militancia a elegir a sus dirigentes– es que, puesto en marcha el plan presidencial, recibirá bendiciones de Felipe Calderón y beneplácitos del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Oaxtepec pinta por entero al PRD, le faltó a la dirigencia un poco de malicia –o quizás le sobró incapacidad– porque no pudo acallar el grito de aquellos seguidores de López Obrador.
Así se epilogó este drama singular: el PRD no existe ideológica ni programáticamente, quizás nunca existió.
Por eso es necesario un replanteamiento de las estrategias del socialismo, aunque antes hay que encontrar a los socialistas.
Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV
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